Probablemente has hecho ya la compra según las instrucciones de la entrada anterior. Si estás pensando en iniciar una dieta paleolítica, este es el momento. Ahora que coexisten en tu cocina los nuevos productos con los anteriores, lo que toca es revisar la nevera y la despensa. Vamos a deshacernos de lo que no debemos tener allí. Es importante que no tengas nada neolítico a mano. Este consejo es aplicable siempre, pero más aún al dar este paso. Si empiezas los cambios va a haber unos días en los que es posible que desees consumir productos que sabes que no te hacen ningún bien pero que crean adicción. Todo aquello que crea adicción suele ser dañino para el cuerpo. Esto es una forma de identificar qué nos está haciendo daño y puede que te ocurra incluso con alguna comida paleolítica. Insisto, ten siempre tu nevera y despensa llenas de productos paleo pero ningún producto neolítico. Si en algún momento tienes hambre podrás solucionarlo comiendo lo que debes.
-Cajas, botes, latas. Revisa cualquier cosa que esté envasada, sea cual sea el envase, porque probablemente esté procesada. Tira cualquier producto que tenga ingredientes artificiales, que no conozcas o que sean más de cinco. Duda de lo que ponga "natural" o "sano". Tira también todo aquello que contenga azúcar, grasas (parcialmente) hidrogenadas o jarabe de maíz alto en fructosa. Estamos hablando también de mermelada, refrescos, zumos...
-Cereales. Todo aquello que contenga maíz es un cereal, incluso el maíz dulce que le echas a la ensalada (y que además suele tener azúcar añadido). El maíz es un cereal aunque muchas veces se le considere una verdura. El arroz también entra en esta categoría. El pan y la pasta, por supuesto, también.
-Lácteos. Como ya hemos dicho, hay aproximaciones paleolíticas que incluyen la leche y sus derivados, pero probablemente los que hay en tu nevera son homogeneizados, pasteurizados y desnatados. Too bad, baby. Es importante recordar que hay componentes de la leche que pueden estar ocultos en otros productos, incluso en la carne envasada. No compres carne envasada sin comprobar que sus ingredientes son solo uno: 100% carne. Te sorprendería comprobar que en muchos casos algo que parece carne lo es sólo un 60% y el resto son aditivos (agua, féculas, conservantes, estabilizadores, etc.). Puede contener proteína de suero lácteo. Hay otros productos que también pueden contenerlo o bien incluir lactosa u otros derivados.
-Legumbres. Los cacahuetes, sorprendentemente, caen en este grupo. No son un fruto seco. Si quieres un sustituto puedes optar por pistachos o pipas de girasol o calabaza. Recuerda no abusar. Todo aquello que contenga la famosa y super sana soja, también debes descartarlo. La soja es también una legumbre y además suele proceder de cultivos transgénicos. Está ya en todas partes, en todo tipo de productos.
-Ingredientes sospechosos. Si en alguna etiqueta ves un ingrediente que suena a sano, no lo des por hecho. Duda de todo. Investiga de qué se trata. Si no tienes una seguridad total, mejor considera que es malo para ti. Si algo es bueno, lo más probable es que conozcas de antemano de qué se trata. A veces los aditivos tienen nombres bonitos para pasar desapercibidos. La duda ofende pero es muy útil.
Las anteriores son las categorías más importantes y en las que nos podemos llevar más sorpresas, pero no las únicas. Por ello recomiendo revisar todo, leer todas las etiquetas y cuestionarse cada uno de los productos. Poco a poco será más sencillo.
Dentro de unas horas sacaré una entrada con sugerencias para hacer un desayuno paleolítico. Es probable que mañana por la mañana, cuando te levantes, puedas ya consultarla y hacerlo. De momento... ¿Has limpiado ya tu despensa y tu nevera? ¿Te has encontrado alguna sorpresa?
yo, en una semana me pongo a ello!!! he de decirte que mirando por encima... tengo de todo amigo!!! snif, que mal como.. comia mas bien!!
ResponderEliminarTú y todos, Raquel. No te culpes. Lo importante es darse cuenta de qué cosas hacemos y elegir alternativas.
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