La comida de verdad tiene un precio superior por varias razones, entre las que podemos destacar:
-No suele estar subvencionada (como los cereales).
-No contiene productos que alarguen su vida útil (cualquier excedente se tiene que descartar).
-Exige una producción más cuidadosa (encarece el resultado final).
Aún así, cuando el presupuesto aprieta, podemos construir nuestro menú alrededor de opciones que pueden ser más económicas. No serán las más óptimas, pero sí mucho mejores que seguir una dieta estándar aunque sea con productos de primera calidad. Después de mi reciente y largo cambio laboral, he aprendido unos pequeños trucos para seleccionar ciertos alimentos. En momentos así, es importante dar prioridad a la economía, porque tenemos 2 opciones: alimentos de calidad óptima y dejar de comer medio mes (esto se pasa de ayuno intermitente) o bien reducir ligeramente la calidad y poder alimentarnos todos los días (vale, excepto algunos si es que ayunamos...).
Veamos, pues, una lista de alimentos que nos pueden salvar en épocas de vacas flacas:
-Sardinas: una fuente muy rica de ácidos grasos omega-3, imprescindibles. Tu cuerpo no puede fabricarlos así que es necesario ingerirlos, y las fuentes vegetales no son una buena opción. Cocinarlas en casa puede ser incómodo y además dejan demasiado olor, pero las sardinas enlatadas servirán. Elígelas envasadas solo con agua o si no en aceite de oliva. Si puede ser, que este aceite sea virgen extra. Este producto no solo es económico, sino que dura mucho tiempo en la despensa, así que las puedes tener también a modo de comodín. Vigila que no tengan ningún ingrediente añadido. Esta conserva podemos considerarla natural puesto que no lleva productos químicos, sino que el pescado aguanta intacto debido a que se ha cocinado en su justa medida y también esterilizado. En Londres puedes encontrar latas de 80-90g de sardina en salmuera ("brine") o en agua por aproximadamente £0.60.
-Espinacas: muy ricas en vitamina C y otros nutrientes. Una pequeña cantidad en peso da para preparar una gran ensalada. Ya que la parte comestible es una hoja, está potencialmente expuesta a pesticidas. Por ello es mejor comprarla orgánica o, mejor, a algún granjero de confianza, que nos la dejará a mejor precio. En Londres visita mercados de granjeros, donde podrás ver el producto, preguntar (siempre están dispuestos a responder y son honestos) y comparar. Hay muchos a lo largo de la ciudad, dependiendo del día y la zona. Consúltalos en la web http://www.lfm.org.uk
-Frutas: intenta evitar aquellas que sean especialmente dulces o poco nutritivas en comparación con sus calorías (como la manzana o la pera). Así evitarás la tentación de seguir comiendo dulce y podrás, por tanto, echar el freno. Opta mejor por pomelos y limones, que vienen muy bien en invierno y además tienen una piel gruesa que impiden que los productos químicos pasen al interior. Prácticamente todas las frutas del bosque son también muy recomendables porque ser muy nutritivas a la par que bajas en azúcar. En este caso es mejor que las elijas orgánicas, por razones similares al caso de las espinacas.
-Pechuga de pollo: la carne magra como esta viene prácticamente libre de toxinas, puesto que estas se almacenan en el tejido adiposo (la grasa del animal). Sabemos que la grasa es buena, es nuestra amiga, la queremos y la necesitamos, pero debe venir sin residuos. Hormonas y medicamentos dados a los animales se quedan en las células grasas que precisamente la pechuga de pollo no tiene. Así podremos optar por una aceptable y rica fuente de proteína aunque provenga de aves convencionales. En Londres el kilo de pechuga de pollo puede andar por las £7-£12. El mismo criterio es válido para el pavo, con un precio también similar. Además de lo comentado con respecto a la grasa, las otras partes del pollo no resultan tan económicas aun pareciéndolo a simple vista. Prueba a deshuesar alas y zancos y pesa la carne, verás que no sale a cuenta.
-Aceite de oliva: un clásico. No te la juegues y elige el virgen extra. Aunque sea un poco más caro, dura mucho, así que merece la pena. En Londres te recomiendo el de marca blanca de Sainsbury's, que es bastante económico y viene en botella de cristal oscuro, protegiéndolo de los rayos solares y evitando así que se estropee. Además es importado de España y dejamos un par de duros para la producción nacional.
-Aceite de coco: hace tiempo dejé de cocinar con aceite de coco virgen extra porque uno de mis compañeros de piso no soportaba el olor (ya, yo tampoco entiendo que a alguien no le guste que toda la casa huela a coco). Tras eso, empecé a usar una versión refinada, de la marca KTC. Según mis investigaciones, no hay de qué preocuparse. Se llama "Pure Coconut Oil" y no huele al calentarse. El aceite de coco funciona para un montón de recetas y es lo mejor a la hora de freír o hacer algo a la plancha debido a su termoestabilidad. Recuerda que a temperatura ambiente suele ser sólido y de color blanco. Puedes encontrar botes de 500ml (mejor si son de cristal que de plástico) por bastante menos de £3 en los ultramarinos asiáticos u "off-licence", por ejemplo en Brixton o Elephant & Castle. En España no lo tengo muy claro, supongo que lo ideal sería hacerlo por internet.
Evidentemente esta lista no es exhaustiva, sino unas pocas ideas que pueden componer el fondo de armario de tu cocina durante una temporada y un recordatorio de que es importante que nuestra comida sea todo lo nutritiva que podamos conseguir.
Un último consejo para cuando estés pelado/a: evita los caprichos. Tampoco es plan de que te tortures y si sabes que puedes parar con uno, adelante. Pero si eres como yo, probablemente un desliz te llevará a otro. En mi caso son los frutos secos.
Imagen: www.cuatro.com