viernes, 8 de marzo de 2013

Cetosis (I): El éxito de las dietas

Hay unas dietas que funcionan aunque no han recibido aprobación médica. Entre las más conocidas están la de Atkins o la Dukan. Generalmente, en este tipo de dietas, se cuestiona su contenido nutricional. Proponen una pérdida de peso rápida tras una adaptación de unos días. Posteriormente, a medida que se acerca al peso ideal, la pérdida es más lenta. Si se mantienen a largo plazo, no se tiene por qué recuperar el peso perdido. Eso sí, para que sean efectivas, no se debe hacer trampa, ya que esto detendría el proceso. La razón de todo ello es un proceso metabólico llamado cetosis, que les da a estas dietas la etiqueta de "cetogénicas" y que en breve veremos. En cuanto a lo sanas que son estas dietas o no, mi opinión es la siguiente: aunque ciertamente son desequilibradas, es menos conveniente una dieta desestructurada que además hace ganar peso. Creo que es así de sencillo. Lo óptimo, por supuesto, es comer al estilo primitivo, en línea con nuestra evolución.

La cetosis se puede explicar de forma compleja, científica, o bien simplificada. Vamos a optar por esta última aunque no sea del todo precisa. Si no has leído el artículo anterior acerca de la insulina, te recomiendo que lo visites ahora.

Cuando privamos al cuerpo total o casi totalmente de hidratos de carbono (azúcar), empieza a consumir las reservas de glucógeno (de nuevo, azúcar) almacenadas en los músculos y el hígado, aunque en el primer caso sólo se puede utilizar en el músculo implicado. Si no se reponen estas reservas y el nivel de insulina no se eleva, progresivamente el cuerpo pasa a un estado metabólico diferente, conocido como cetosis. Este estado también se produce cuando ayunamos durante un tiempo prolongado, ya que no ingeriremos azúcar. El proceso suele tardar unos 3 días en desencadenarse del todo, aunque esta activación puede prolongarse dependiendo del estado del metabolismo, de la actividad, de la cantidad de carbohidratos que consumamos, de la cantidad de reservas, etc. Durante esta fase, en la que el cuerpo aún no ha llegado a entrar en cetosis pero tampoco tiene azúcar suficiente, es posible tener la visión ligeramente borrosa, no pensar con claridad o sentirse un poco débil. Afortunadamente, esto cambia completamente una vez adaptados.

El nombre "cetosis" viene de "cetonas" o "cuerpos cetónicos", que son el resultado de la combustión de grasa en el organismo. Estas cetonas son una fuente de energía válida para prácticamente cualquier órgano.

Si lo pensamos, puede que el hombre paleolítico no viviese siempre en un estado de cetosis, pero sí es probable que fuese algo frecuente, ya que no tenía disponibles alimentos altos en azúcar. La excepción son las frutas y la miel, en general. La miel era infrecuente encontrarla y las frutas eran mucho menos dulces que hoy en día (debido a la selección que se ha hecho tras generaciones). Los periodos de hambruna también provocaban este estado.

Si bien la cetosis puede ser más bien un mecanismo de supervivencia, antagonista del almacenamiento de grasa, hoy en día es algo que tenemos completamente olvidado. Prácticamente nadie opta por hacer una dieta cetogénica, excepto aquellos que siguen algunas del tipo de las enumeradas arriba o bien deportistas en fase de definición, y estos últimos, no siempre.

Pronto explicaremos las ventajas de este estado.

Segunda parte, aquí.
Tercera parte, aquí.

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