miércoles, 26 de marzo de 2014

¿Qué puedo comer hoy?

¡Ya se me han vuelto a olvidar los Special K!

¡Ay, ay ay! Es la eterna pregunta: "No sé qué comer, no sé qué preparar, no sé cómo hacerlo... ¿Y tú, qué comes?" Yo no me complico.

Para mí, a pesar de que a veces publico recetas, la forma más fácil de elegir la comida es pensar en qué me apetece. Así que siempre tengo varias opciones en la nevera y la despensa, para combinar a voluntad.

Lo único que hay que hacer es combinar una o varias fuentes de proteína (carne, pescado, huevos, marisco) con alguna verdura y/o fruta y con alguna grasa (si la proteína es magra). En caso de que nuestros niveles de actividad sean elevados o bien porque así lo deseemos en algún momento, podemos añadir algún alimento rico en hidratos de carbono, como alguna fruta, boniato, batata, chirivía...

Algo sencillo y socorrido es coger una ensalada o unas verduras, una pechuga de pollo (proteína) que va a la plancha y regar todo con un buen chorro de aceite de oliva (grasa).

Lo mejor es tener en la cocina unos cuantos víveres de cada grupo anteriormente mencionado, y nada que debamos evitar. Además, nuestra lista de la compra debería dejar de ser del tipo "2 pechugas de pollo, 1 docena de huevos, 1 lechuga" y ser más del tipo "2 raciones de carne, ensalada para 2 días".

Cuando vayas a preparar algo, elige al menos un alimento de cada uno de estos, verás qué fácil:
-Proteína: pollo, pavo, hígado, sardinas, ternera, salmón.
-Verdura: brécol, remolacha, coliflor, espinaca, puerro, tomate.
-Fruta: uvas, plátanos, arándanos, moras, fresas, melón.
-Grasa: aceite de coco, aceite de oliva, grasa de ternera, grasa de pato.

Esta es una pequeña lista muy, muy básica, deja que vaya creciendo de forma natural y no te preocupes más por tus opciones, ya que acertarás seguro.

A esta lista puedes añadir frutos secos, aunque personalmente los tengo en casa solo para llevar al trabajo porque me resultan tan adictivos que los evito en la medida de lo posible.

Deja de complicarte con platos complicados, a no ser que disfrutes realmente cocinando. A mí me gusta hacerlo, pero soy lento y un poco desastre, así que esto me funciona mucho mejor. También intento recordar comer marisco e hígado al menos una vez por semana y pescado azul por lo menos dos veces.

En resumen, coge varias cosas y prepáralas. No es necesario que hagas cada cosa por un lado. Si haces un salmón con puerros, tomate, berenjena y cebolla, corta y saltea las verduras, haz el salmón en otra sartén y luego júntalo todo. Y si es una ensalada, aún más fácil porque te evitas un proceso de cocción.


Imagen: www.mundochica.com

jueves, 20 de marzo de 2014

Paleo en Italia

insalata di frutti di mare, típico plato italiano

Hace unos días estuve en Italia visitando a unos amigos durante un fin de semana. Me encanta este país, me gusta su gente y sus costumbres. En esta ocasión, por segunda vez, estuve en Roma.

Como en la otra visita, no seguí paleo al 100%, sino que en una cena puntual me salí de la norma un poco y comí algo de pan y de pasta. Me llevaron a un restaurante en el que todo era fresco y hecho como en casa, donde la pasta se hace 2 veces al día desde cero y la cocinera se sentó con nosotros un momento. Ahí pude ver cómo alguien cocina con amor aunque sea para gente que no conoce. Esta mujer, con la edad de jubilación más que pasada, sigue haciendo lo que ama desde que era no más que una adolescente. Nos dijo que se escandaliza viendo las cosas "asquerosas" que la gente compra en el supermercado y que sabe que todo el mundo tiene tantos problemas debido a lo mal que comen. Es verdad que esta mujer no es paleo ni de cerca, pero sabe lo importante que es cocinar correctamente, comer natural y estar nutrido. Nadie le enseñó lo que le hacen los cereales a nuestro organismo, pero sigue insistiendo en hacer las cosas lo mejor posible.

Si hacemos algunas excepciones como la pasta o la pizza, la cocina italiana puede ser altamente compatible con las costumbres paleo. En un país cuya gastronomía ensalza el sabor y la calidad, la carne y el pescado junto con las frutas y verduras son los grandes pilares. Y no nos engañemos, que ni la pizza italiana lleva tanta masa como la americana, ni la pasta es tan mazacote como nos hacen pensar. Ambas suelen ser mucho más finas de lo que pensamos y la pasta se suele acompañar de buenas verduras y de carne, huevo o marisco, por ejemplo, en lugar de las salsas "boloñesa" que nos venden en los supermercados. Por otro lado, las raciones tampoco suelen ser tan grandes como pensamos.

No defiendo los cereales o masas utilizadas para estos productos, pero debemos ser conscientes de la realidad de esta cocina en lugar de soltar frases como "en Italia solo comen pasta, pasta, pasta y a veces pizza". Esto es totalmente incierto. Aunque estas sean las variedades más conocidas, los italianos comen mucha carne y pescado, así como fruta y verdura, tal y como he dicho y tal como se concibe en la dieta paleolítica.

Es por todo ello que en este país es factible pasar unas vacaciones paleolíticas. A mí también me encanta el helado (demasiado) pero hay otros placeres que disfrutar. Huye de los restaurantes céntricos (como en cualquier ciudad) y pide el consejo de la gente local, que te sabrá decir buenos sitios a buenos precios. La noche que sí cené paleo lo hice por 25 euros, después de haber ayunado todo el día, y estuve comiendo una buena cantidad de mariscos (incluyendo un par de ostras) junto con ensalada y una copa de vino. De nuevo, esta gente respeta sus productos, costumbres y gastronomía. Y se nota.

Por último: recuerda que la prioridad de la paleodieta es la optimización. Si viajas a Italia y decides no ser paleo esos días recuerda primero tus requisitos de salud si los tienes y luego opta por opciones de calidad aunque sean convencionales: aprovecha para comer algo elaborado pero con cariño.


Imagen: www.silviamoiraghi.it

viernes, 14 de marzo de 2014

Ayuno, cambio de trabajo, cambio de costumbres y reacciones de los compañeros

No, gracias

Ayer tuve una situación un poco frustrante en mi nuevo trabajo. Por supuesto, está relacionada con la alimentación. Primero situémonos.

Hasta ahora lo que hacía en el avión era ayuno intermitente. Recordemos que esto es no comer durante un período determinado. Así que no comía nada durante mi jornada de trabajo ni tampoco antes, a no ser que mi turno empezase tarde... ¡o que tuviese hambre!

Este ayuno me funciona por varios motivos:
-Puedo estar ocupado en otras tareas, sin pensar en sentarme a comer.
-Me despreocupo de estar eligiendo las opciones de menús para empleados, que nunca son paleo.
-Cuando sí como, lo hago con tranquilidad, sentado a la mesa, en mi casa y no en un pequeño espacio. La actitud a la hora de comer es muy importante y no es bueno hacerlo con prisa ni en un lugar incómodo.
-No es necesario hacer un parón en la comida para empezar con otra cosa (una llamada de un compañero o un pasajero, hacer una comprobación rutinaria, iniciar un procedimiento).
-No tengo que llevar mi propia comida. Esto podría provocar retrasos en el control de seguridad (sobre todo por los líquidos), que la comida manche el equipaje u otros problemas menores.

Generalmente, mi comportamiento con respecto a otros compañeros era más o menos siempre igual. Cuando se nos preguntaba por el momento que preferíamos para comer mi respuesta era que me adaptaba y que a veces ni siquiera necesitaba comer durante los vuelos. Sobre todo en vuelos muy largos, la gente se extraña de que no coma y preguntan que si estoy a dieta, que si quiero adelgazar, que si tengo algún problema, que si me da vergüenza, que si no me gusta la comida... La mayoría de los compañeros son del tipo "no sé cómo lo haces, yo necesito comer al menos una vez en cada vuelo". Les digo que no tengo hambre, y que si tengo hambre no se preocupen porque comeré. Esto es totalmente cierto pero suelen seguir insistiendo. Respondo amablemente y les explico que no deben preocuparse y que no sigo ninguna dieta ni quiero adelgazar.

El otro día, en una jornada de casi 15 horas y sin comer nada en absoluto, una compañera (la que tenía su posición justo a mi lado), muy amable, me preguntaba varias veces. Después de unas horas y previendo que faltaban aún muchas más, le expliqué que estaba ayunando, que hay mucha investigación médica al respecto y que lo hago porque considero que es sano. Su respuesta, por primera vez, fue: "¡Ah, claro! ¡Por supuesto que el ayuno es bueno! Si lo hubieses dicho desde el principio no te hubiese preguntado más, hombre". Ella, ideal de la muerte, tanto en su respuesta como compañera y como persona. Sin embargo, generalmente afloran los comportamientos maternales/protectores, las preocupaciones porque no me desmaye y la insistencia en que coma.

En este punto me doy cuenta de cómo estamos de adoctrinados, y de como nos resulta extraño que una persona que no tiene hambre "deba" comer porque "hay que comer varias veces al día". ¿Y para qué sirve el hambre, entonces? Intento hacerme un poco el sueco y evitar que la conversación siga, ya que podríamos entrar en las faltas de respeto y lo que me apetece decirles es:
-Tú necesitas comer en cada vuelto porque realmente no sabes comer.
-Dame razones probadas para hacer lo que me dices.
-Ese comportamiento protector que tienes es porque piensas que tengo 20 años (me lo han dicho como la mitad de las personas con las que he volado) y ni idea de nutrición. Pero tengo 30 a pesar de no cumplir con la imagen de "adulto" con la piel hecha un asco, ojeras infinitas y barriga cervecera. Adivina el porqué.
-¿Conoces mi cuerpo mejor que yo? Entonces te haré caso. ¿Eres doctor/a en medicina? Entonces te escucharé. ¿Ves algún síntoma de que me encuentre mal o mi rendimiento es bajo? Entonces dímelo y tomaré medidas.

Sin embargo ayer cambió todo. Al hacer una línea de 2 días, repetimos tripulación. El primer día, como siempre, todo el mundo se extrañó de que no comiese nada. Al segundo día, en el que iniciamos la jornada a las 5:30, me preguntaron que cuándo había sido la última vez que había comido. "Ayer antes de acostarme", respondí. Después de iniciar el segundo vuelo la actitud del resto de la tripulación fue volviéndose más y más maternal y preocupada. Llegó un punto en el que la sobrecargo, con educación y respeto, calificó mi actitud como "inaceptable" (palabra, por otro lado, muy frecuente en inglés) y añadió:
-Puede que te sientas bien, pero tu cuerpo no lo está.
-Si hay una emergencia no podrás responder adecuadamente.
-Ya ha ocurrido anteriormente que alguien se haya desmayado por este motivo.
-La gente hace estas dietas locas de ayuno sin darse cuenta que tienen decenas de pasajeros bajo su responsabilidad.
Que nadie me malinterprete: soy consciente de la responsabilidad que tengo sobre los pasajeros que van conmigo, pero sé que puedo hacerme cargo de ello igual o mejor que quien haya comido durante el vuelo. En todo momento seguí tranquilo, aceptando su punto de vista y sus comentarios, consciente de la influencia del adoctrinamiento al que todos hemos sido sometidos.

Más tarde, la cosa cambió, y las 3 compañeras me dijeron cosas como:
-Estás poniendo en un aprieto a la sobrecargo, cuyas funciones incluyen que todo el mundo coma durante el día y se cumplan una serie de normas como esta.
-Si continúas así es necesario trasladar esto al capitán y él puede escalarlo a la compañía.
-Esto es motivo para expulsarte del avión. Y debe hacerse. Y no es la primera vez.

Finalmente me convencieron. Yo conozco mi cuerpo, pero la compañía no. Y hay una serie de normas que he de cumplir aunque no comulgue con ellas. También es cierto que estoy cargando una responsabilidad añadida en mis superiores y si dependiese de mí no habría problema, pero les pueden pedir razones a ellos. Igualmente se me ocurrió que en caso de un evento inesperado, pueden alegar que no reaccioné correctamente debido a esta "actitud", aunque el ayuno no hubiese sido motivo real. Mejor cubrirse las espaldas.

Lo que ocurrió ya te lo imaginarás. Acepté la comida de tripulación. Para los curiosos: elegí una manzana, un yogur y un maldito sandwich de huevo y tomate. Había opciones de comida caliente, quizás más adecuada (por ejemplo pollo con arroz y algún aditivo) pero ya no había tiempo de prepararla.

Todo esto ha sentado las bases para una nueva costumbre. A partir de ahora llevaré una bolsa de frutos secos en el equipaje. Lo hacía al principio pero abandoné porque nunca los comía en el avión sino en casa. Volverán a mi fondo de maleta, acompañados de algo más elaborado cuando así pueda.


No todo en este trabajo podía ser perfecto, pero tampoco me quejo. Con este pequeño cambio seguiré disfrutándolo. La clave es la adaptación. Siempre.


Imagen: www.imagenpoblana.com

sábado, 1 de marzo de 2014

Productos básicos por muy poco dinero


Ya sabemos la fama que tiene la dieta paleolítica de ser cara aunque no es realmente cierto. He discutido esto con anterioridad.

La comida de verdad tiene un precio superior por varias razones, entre las que podemos destacar:
-No suele estar subvencionada (como los cereales).
-No contiene productos que alarguen su vida útil (cualquier excedente se tiene que descartar).
-Exige una producción más cuidadosa (encarece el resultado final).

Aún así, cuando el presupuesto aprieta, podemos construir nuestro menú alrededor de opciones que pueden ser más económicas. No serán las más óptimas, pero sí mucho mejores que seguir una dieta estándar aunque sea con productos de primera calidad. Después de mi reciente y largo cambio laboral, he aprendido unos pequeños trucos para seleccionar ciertos alimentos. En momentos así, es importante dar prioridad a la economía, porque tenemos 2 opciones: alimentos de calidad óptima y dejar de comer medio mes (esto se pasa de ayuno intermitente) o bien reducir ligeramente la calidad y poder alimentarnos todos los días (vale, excepto algunos si es que ayunamos...).


Veamos, pues, una lista de alimentos que nos pueden salvar en épocas de vacas flacas:

-Sardinas: una fuente muy rica de ácidos grasos omega-3, imprescindibles. Tu cuerpo no puede fabricarlos así que es necesario ingerirlos, y las fuentes vegetales no son una buena opción. Cocinarlas en casa puede ser incómodo y además dejan demasiado olor, pero las sardinas enlatadas servirán. Elígelas envasadas solo con agua o si no en aceite de oliva. Si puede ser, que este aceite sea virgen extra. Este producto no solo es económico, sino que dura mucho tiempo en la despensa, así que las puedes tener también a modo de comodín. Vigila que no tengan ningún ingrediente añadido. Esta conserva podemos considerarla natural puesto que no lleva productos químicos, sino que el pescado aguanta intacto debido a que se ha cocinado en su justa medida y también esterilizado. En Londres puedes encontrar latas de 80-90g de sardina en salmuera ("brine") o en agua por aproximadamente £0.60.

-Espinacas: muy ricas en vitamina C y otros nutrientes. Una pequeña cantidad en peso da para preparar una gran ensalada. Ya que la parte comestible es una hoja, está potencialmente expuesta a pesticidas. Por ello es mejor comprarla orgánica o, mejor, a algún granjero de confianza, que nos la dejará a mejor precio. En Londres visita mercados de granjeros, donde podrás ver el producto, preguntar (siempre están dispuestos a responder y son honestos) y comparar. Hay muchos a lo largo de la ciudad, dependiendo del día y la zona. Consúltalos en la web http://www.lfm.org.uk

-Frutas: intenta evitar aquellas que sean especialmente dulces o poco nutritivas en comparación con sus calorías (como la manzana o la pera). Así evitarás la tentación de seguir comiendo dulce y podrás, por tanto, echar el freno. Opta mejor por pomelos y limones, que vienen muy bien en invierno y además tienen una piel gruesa que impiden que los productos químicos pasen al interior. Prácticamente todas las frutas del bosque son también muy recomendables porque ser muy nutritivas a la par que bajas en azúcar. En este caso es mejor que las elijas orgánicas, por razones similares al caso de las espinacas.

-Pechuga de pollo: la carne magra como esta viene prácticamente libre de toxinas, puesto que estas se almacenan en el tejido adiposo (la grasa del animal). Sabemos que la grasa es buena, es nuestra amiga, la queremos y la necesitamos, pero debe venir sin residuos. Hormonas y medicamentos dados a los animales se quedan en las células grasas que precisamente la pechuga de pollo no tiene. Así podremos optar por una aceptable y rica fuente de proteína aunque provenga de aves convencionales. En Londres el kilo de pechuga de pollo puede andar por las £7-£12. El mismo criterio es válido para el pavo, con un precio también similar. Además de lo comentado con respecto a la grasa, las otras partes del pollo no resultan tan económicas aun pareciéndolo a simple vista. Prueba a deshuesar alas y zancos y pesa la carne, verás que no sale a cuenta.

-Aceite de oliva: un clásico. No te la juegues y elige el virgen extra. Aunque sea un poco más caro, dura mucho, así que merece la pena. En Londres te recomiendo el de marca blanca de Sainsbury's, que es bastante económico y viene en botella de cristal oscuro, protegiéndolo de los rayos solares y evitando así que se estropee. Además es importado de España y dejamos un par de duros para la producción nacional.

-Aceite de coco: hace tiempo dejé de cocinar con aceite de coco virgen extra porque uno de mis compañeros de piso no soportaba el olor (ya, yo tampoco entiendo que a alguien no le guste que toda la casa huela a coco). Tras eso, empecé a usar una versión refinada, de la marca KTC. Según mis investigaciones, no hay de qué preocuparse. Se llama "Pure Coconut Oil" y no huele al calentarse. El aceite de coco funciona para un montón de recetas y es lo mejor a la hora de freír o hacer algo a la plancha debido a su termoestabilidad. Recuerda que a temperatura ambiente suele ser sólido y de color blanco. Puedes encontrar botes de 500ml (mejor si son de cristal que de plástico) por bastante menos de £3 en los ultramarinos asiáticos u "off-licence", por ejemplo en Brixton o Elephant & Castle. En España no lo tengo muy claro, supongo que lo ideal sería hacerlo por internet.

Evidentemente esta lista no es exhaustiva, sino unas pocas ideas que pueden componer el fondo de armario de tu cocina durante una temporada y un recordatorio de que es importante que nuestra comida sea todo lo nutritiva que podamos conseguir.


Un último consejo para cuando estés pelado/a: evita los caprichos. Tampoco es plan de que te tortures y si sabes que puedes parar con uno, adelante. Pero si eres como yo, probablemente un desliz te llevará a otro. En mi caso son los frutos secos.



Imagen: www.cuatro.com