miércoles, 26 de marzo de 2014

¿Qué puedo comer hoy?

¡Ya se me han vuelto a olvidar los Special K!

¡Ay, ay ay! Es la eterna pregunta: "No sé qué comer, no sé qué preparar, no sé cómo hacerlo... ¿Y tú, qué comes?" Yo no me complico.

Para mí, a pesar de que a veces publico recetas, la forma más fácil de elegir la comida es pensar en qué me apetece. Así que siempre tengo varias opciones en la nevera y la despensa, para combinar a voluntad.

Lo único que hay que hacer es combinar una o varias fuentes de proteína (carne, pescado, huevos, marisco) con alguna verdura y/o fruta y con alguna grasa (si la proteína es magra). En caso de que nuestros niveles de actividad sean elevados o bien porque así lo deseemos en algún momento, podemos añadir algún alimento rico en hidratos de carbono, como alguna fruta, boniato, batata, chirivía...

Algo sencillo y socorrido es coger una ensalada o unas verduras, una pechuga de pollo (proteína) que va a la plancha y regar todo con un buen chorro de aceite de oliva (grasa).

Lo mejor es tener en la cocina unos cuantos víveres de cada grupo anteriormente mencionado, y nada que debamos evitar. Además, nuestra lista de la compra debería dejar de ser del tipo "2 pechugas de pollo, 1 docena de huevos, 1 lechuga" y ser más del tipo "2 raciones de carne, ensalada para 2 días".

Cuando vayas a preparar algo, elige al menos un alimento de cada uno de estos, verás qué fácil:
-Proteína: pollo, pavo, hígado, sardinas, ternera, salmón.
-Verdura: brécol, remolacha, coliflor, espinaca, puerro, tomate.
-Fruta: uvas, plátanos, arándanos, moras, fresas, melón.
-Grasa: aceite de coco, aceite de oliva, grasa de ternera, grasa de pato.

Esta es una pequeña lista muy, muy básica, deja que vaya creciendo de forma natural y no te preocupes más por tus opciones, ya que acertarás seguro.

A esta lista puedes añadir frutos secos, aunque personalmente los tengo en casa solo para llevar al trabajo porque me resultan tan adictivos que los evito en la medida de lo posible.

Deja de complicarte con platos complicados, a no ser que disfrutes realmente cocinando. A mí me gusta hacerlo, pero soy lento y un poco desastre, así que esto me funciona mucho mejor. También intento recordar comer marisco e hígado al menos una vez por semana y pescado azul por lo menos dos veces.

En resumen, coge varias cosas y prepáralas. No es necesario que hagas cada cosa por un lado. Si haces un salmón con puerros, tomate, berenjena y cebolla, corta y saltea las verduras, haz el salmón en otra sartén y luego júntalo todo. Y si es una ensalada, aún más fácil porque te evitas un proceso de cocción.


Imagen: www.mundochica.com

jueves, 20 de marzo de 2014

Paleo en Italia

insalata di frutti di mare, típico plato italiano

Hace unos días estuve en Italia visitando a unos amigos durante un fin de semana. Me encanta este país, me gusta su gente y sus costumbres. En esta ocasión, por segunda vez, estuve en Roma.

Como en la otra visita, no seguí paleo al 100%, sino que en una cena puntual me salí de la norma un poco y comí algo de pan y de pasta. Me llevaron a un restaurante en el que todo era fresco y hecho como en casa, donde la pasta se hace 2 veces al día desde cero y la cocinera se sentó con nosotros un momento. Ahí pude ver cómo alguien cocina con amor aunque sea para gente que no conoce. Esta mujer, con la edad de jubilación más que pasada, sigue haciendo lo que ama desde que era no más que una adolescente. Nos dijo que se escandaliza viendo las cosas "asquerosas" que la gente compra en el supermercado y que sabe que todo el mundo tiene tantos problemas debido a lo mal que comen. Es verdad que esta mujer no es paleo ni de cerca, pero sabe lo importante que es cocinar correctamente, comer natural y estar nutrido. Nadie le enseñó lo que le hacen los cereales a nuestro organismo, pero sigue insistiendo en hacer las cosas lo mejor posible.

Si hacemos algunas excepciones como la pasta o la pizza, la cocina italiana puede ser altamente compatible con las costumbres paleo. En un país cuya gastronomía ensalza el sabor y la calidad, la carne y el pescado junto con las frutas y verduras son los grandes pilares. Y no nos engañemos, que ni la pizza italiana lleva tanta masa como la americana, ni la pasta es tan mazacote como nos hacen pensar. Ambas suelen ser mucho más finas de lo que pensamos y la pasta se suele acompañar de buenas verduras y de carne, huevo o marisco, por ejemplo, en lugar de las salsas "boloñesa" que nos venden en los supermercados. Por otro lado, las raciones tampoco suelen ser tan grandes como pensamos.

No defiendo los cereales o masas utilizadas para estos productos, pero debemos ser conscientes de la realidad de esta cocina en lugar de soltar frases como "en Italia solo comen pasta, pasta, pasta y a veces pizza". Esto es totalmente incierto. Aunque estas sean las variedades más conocidas, los italianos comen mucha carne y pescado, así como fruta y verdura, tal y como he dicho y tal como se concibe en la dieta paleolítica.

Es por todo ello que en este país es factible pasar unas vacaciones paleolíticas. A mí también me encanta el helado (demasiado) pero hay otros placeres que disfrutar. Huye de los restaurantes céntricos (como en cualquier ciudad) y pide el consejo de la gente local, que te sabrá decir buenos sitios a buenos precios. La noche que sí cené paleo lo hice por 25 euros, después de haber ayunado todo el día, y estuve comiendo una buena cantidad de mariscos (incluyendo un par de ostras) junto con ensalada y una copa de vino. De nuevo, esta gente respeta sus productos, costumbres y gastronomía. Y se nota.

Por último: recuerda que la prioridad de la paleodieta es la optimización. Si viajas a Italia y decides no ser paleo esos días recuerda primero tus requisitos de salud si los tienes y luego opta por opciones de calidad aunque sean convencionales: aprovecha para comer algo elaborado pero con cariño.


Imagen: www.silviamoiraghi.it

viernes, 14 de marzo de 2014

Ayuno, cambio de trabajo, cambio de costumbres y reacciones de los compañeros

No, gracias

Ayer tuve una situación un poco frustrante en mi nuevo trabajo. Por supuesto, está relacionada con la alimentación. Primero situémonos.

Hasta ahora lo que hacía en el avión era ayuno intermitente. Recordemos que esto es no comer durante un período determinado. Así que no comía nada durante mi jornada de trabajo ni tampoco antes, a no ser que mi turno empezase tarde... ¡o que tuviese hambre!

Este ayuno me funciona por varios motivos:
-Puedo estar ocupado en otras tareas, sin pensar en sentarme a comer.
-Me despreocupo de estar eligiendo las opciones de menús para empleados, que nunca son paleo.
-Cuando sí como, lo hago con tranquilidad, sentado a la mesa, en mi casa y no en un pequeño espacio. La actitud a la hora de comer es muy importante y no es bueno hacerlo con prisa ni en un lugar incómodo.
-No es necesario hacer un parón en la comida para empezar con otra cosa (una llamada de un compañero o un pasajero, hacer una comprobación rutinaria, iniciar un procedimiento).
-No tengo que llevar mi propia comida. Esto podría provocar retrasos en el control de seguridad (sobre todo por los líquidos), que la comida manche el equipaje u otros problemas menores.

Generalmente, mi comportamiento con respecto a otros compañeros era más o menos siempre igual. Cuando se nos preguntaba por el momento que preferíamos para comer mi respuesta era que me adaptaba y que a veces ni siquiera necesitaba comer durante los vuelos. Sobre todo en vuelos muy largos, la gente se extraña de que no coma y preguntan que si estoy a dieta, que si quiero adelgazar, que si tengo algún problema, que si me da vergüenza, que si no me gusta la comida... La mayoría de los compañeros son del tipo "no sé cómo lo haces, yo necesito comer al menos una vez en cada vuelo". Les digo que no tengo hambre, y que si tengo hambre no se preocupen porque comeré. Esto es totalmente cierto pero suelen seguir insistiendo. Respondo amablemente y les explico que no deben preocuparse y que no sigo ninguna dieta ni quiero adelgazar.

El otro día, en una jornada de casi 15 horas y sin comer nada en absoluto, una compañera (la que tenía su posición justo a mi lado), muy amable, me preguntaba varias veces. Después de unas horas y previendo que faltaban aún muchas más, le expliqué que estaba ayunando, que hay mucha investigación médica al respecto y que lo hago porque considero que es sano. Su respuesta, por primera vez, fue: "¡Ah, claro! ¡Por supuesto que el ayuno es bueno! Si lo hubieses dicho desde el principio no te hubiese preguntado más, hombre". Ella, ideal de la muerte, tanto en su respuesta como compañera y como persona. Sin embargo, generalmente afloran los comportamientos maternales/protectores, las preocupaciones porque no me desmaye y la insistencia en que coma.

En este punto me doy cuenta de cómo estamos de adoctrinados, y de como nos resulta extraño que una persona que no tiene hambre "deba" comer porque "hay que comer varias veces al día". ¿Y para qué sirve el hambre, entonces? Intento hacerme un poco el sueco y evitar que la conversación siga, ya que podríamos entrar en las faltas de respeto y lo que me apetece decirles es:
-Tú necesitas comer en cada vuelto porque realmente no sabes comer.
-Dame razones probadas para hacer lo que me dices.
-Ese comportamiento protector que tienes es porque piensas que tengo 20 años (me lo han dicho como la mitad de las personas con las que he volado) y ni idea de nutrición. Pero tengo 30 a pesar de no cumplir con la imagen de "adulto" con la piel hecha un asco, ojeras infinitas y barriga cervecera. Adivina el porqué.
-¿Conoces mi cuerpo mejor que yo? Entonces te haré caso. ¿Eres doctor/a en medicina? Entonces te escucharé. ¿Ves algún síntoma de que me encuentre mal o mi rendimiento es bajo? Entonces dímelo y tomaré medidas.

Sin embargo ayer cambió todo. Al hacer una línea de 2 días, repetimos tripulación. El primer día, como siempre, todo el mundo se extrañó de que no comiese nada. Al segundo día, en el que iniciamos la jornada a las 5:30, me preguntaron que cuándo había sido la última vez que había comido. "Ayer antes de acostarme", respondí. Después de iniciar el segundo vuelo la actitud del resto de la tripulación fue volviéndose más y más maternal y preocupada. Llegó un punto en el que la sobrecargo, con educación y respeto, calificó mi actitud como "inaceptable" (palabra, por otro lado, muy frecuente en inglés) y añadió:
-Puede que te sientas bien, pero tu cuerpo no lo está.
-Si hay una emergencia no podrás responder adecuadamente.
-Ya ha ocurrido anteriormente que alguien se haya desmayado por este motivo.
-La gente hace estas dietas locas de ayuno sin darse cuenta que tienen decenas de pasajeros bajo su responsabilidad.
Que nadie me malinterprete: soy consciente de la responsabilidad que tengo sobre los pasajeros que van conmigo, pero sé que puedo hacerme cargo de ello igual o mejor que quien haya comido durante el vuelo. En todo momento seguí tranquilo, aceptando su punto de vista y sus comentarios, consciente de la influencia del adoctrinamiento al que todos hemos sido sometidos.

Más tarde, la cosa cambió, y las 3 compañeras me dijeron cosas como:
-Estás poniendo en un aprieto a la sobrecargo, cuyas funciones incluyen que todo el mundo coma durante el día y se cumplan una serie de normas como esta.
-Si continúas así es necesario trasladar esto al capitán y él puede escalarlo a la compañía.
-Esto es motivo para expulsarte del avión. Y debe hacerse. Y no es la primera vez.

Finalmente me convencieron. Yo conozco mi cuerpo, pero la compañía no. Y hay una serie de normas que he de cumplir aunque no comulgue con ellas. También es cierto que estoy cargando una responsabilidad añadida en mis superiores y si dependiese de mí no habría problema, pero les pueden pedir razones a ellos. Igualmente se me ocurrió que en caso de un evento inesperado, pueden alegar que no reaccioné correctamente debido a esta "actitud", aunque el ayuno no hubiese sido motivo real. Mejor cubrirse las espaldas.

Lo que ocurrió ya te lo imaginarás. Acepté la comida de tripulación. Para los curiosos: elegí una manzana, un yogur y un maldito sandwich de huevo y tomate. Había opciones de comida caliente, quizás más adecuada (por ejemplo pollo con arroz y algún aditivo) pero ya no había tiempo de prepararla.

Todo esto ha sentado las bases para una nueva costumbre. A partir de ahora llevaré una bolsa de frutos secos en el equipaje. Lo hacía al principio pero abandoné porque nunca los comía en el avión sino en casa. Volverán a mi fondo de maleta, acompañados de algo más elaborado cuando así pueda.


No todo en este trabajo podía ser perfecto, pero tampoco me quejo. Con este pequeño cambio seguiré disfrutándolo. La clave es la adaptación. Siempre.


Imagen: www.imagenpoblana.com

sábado, 1 de marzo de 2014

Productos básicos por muy poco dinero


Ya sabemos la fama que tiene la dieta paleolítica de ser cara aunque no es realmente cierto. He discutido esto con anterioridad.

La comida de verdad tiene un precio superior por varias razones, entre las que podemos destacar:
-No suele estar subvencionada (como los cereales).
-No contiene productos que alarguen su vida útil (cualquier excedente se tiene que descartar).
-Exige una producción más cuidadosa (encarece el resultado final).

Aún así, cuando el presupuesto aprieta, podemos construir nuestro menú alrededor de opciones que pueden ser más económicas. No serán las más óptimas, pero sí mucho mejores que seguir una dieta estándar aunque sea con productos de primera calidad. Después de mi reciente y largo cambio laboral, he aprendido unos pequeños trucos para seleccionar ciertos alimentos. En momentos así, es importante dar prioridad a la economía, porque tenemos 2 opciones: alimentos de calidad óptima y dejar de comer medio mes (esto se pasa de ayuno intermitente) o bien reducir ligeramente la calidad y poder alimentarnos todos los días (vale, excepto algunos si es que ayunamos...).


Veamos, pues, una lista de alimentos que nos pueden salvar en épocas de vacas flacas:

-Sardinas: una fuente muy rica de ácidos grasos omega-3, imprescindibles. Tu cuerpo no puede fabricarlos así que es necesario ingerirlos, y las fuentes vegetales no son una buena opción. Cocinarlas en casa puede ser incómodo y además dejan demasiado olor, pero las sardinas enlatadas servirán. Elígelas envasadas solo con agua o si no en aceite de oliva. Si puede ser, que este aceite sea virgen extra. Este producto no solo es económico, sino que dura mucho tiempo en la despensa, así que las puedes tener también a modo de comodín. Vigila que no tengan ningún ingrediente añadido. Esta conserva podemos considerarla natural puesto que no lleva productos químicos, sino que el pescado aguanta intacto debido a que se ha cocinado en su justa medida y también esterilizado. En Londres puedes encontrar latas de 80-90g de sardina en salmuera ("brine") o en agua por aproximadamente £0.60.

-Espinacas: muy ricas en vitamina C y otros nutrientes. Una pequeña cantidad en peso da para preparar una gran ensalada. Ya que la parte comestible es una hoja, está potencialmente expuesta a pesticidas. Por ello es mejor comprarla orgánica o, mejor, a algún granjero de confianza, que nos la dejará a mejor precio. En Londres visita mercados de granjeros, donde podrás ver el producto, preguntar (siempre están dispuestos a responder y son honestos) y comparar. Hay muchos a lo largo de la ciudad, dependiendo del día y la zona. Consúltalos en la web http://www.lfm.org.uk

-Frutas: intenta evitar aquellas que sean especialmente dulces o poco nutritivas en comparación con sus calorías (como la manzana o la pera). Así evitarás la tentación de seguir comiendo dulce y podrás, por tanto, echar el freno. Opta mejor por pomelos y limones, que vienen muy bien en invierno y además tienen una piel gruesa que impiden que los productos químicos pasen al interior. Prácticamente todas las frutas del bosque son también muy recomendables porque ser muy nutritivas a la par que bajas en azúcar. En este caso es mejor que las elijas orgánicas, por razones similares al caso de las espinacas.

-Pechuga de pollo: la carne magra como esta viene prácticamente libre de toxinas, puesto que estas se almacenan en el tejido adiposo (la grasa del animal). Sabemos que la grasa es buena, es nuestra amiga, la queremos y la necesitamos, pero debe venir sin residuos. Hormonas y medicamentos dados a los animales se quedan en las células grasas que precisamente la pechuga de pollo no tiene. Así podremos optar por una aceptable y rica fuente de proteína aunque provenga de aves convencionales. En Londres el kilo de pechuga de pollo puede andar por las £7-£12. El mismo criterio es válido para el pavo, con un precio también similar. Además de lo comentado con respecto a la grasa, las otras partes del pollo no resultan tan económicas aun pareciéndolo a simple vista. Prueba a deshuesar alas y zancos y pesa la carne, verás que no sale a cuenta.

-Aceite de oliva: un clásico. No te la juegues y elige el virgen extra. Aunque sea un poco más caro, dura mucho, así que merece la pena. En Londres te recomiendo el de marca blanca de Sainsbury's, que es bastante económico y viene en botella de cristal oscuro, protegiéndolo de los rayos solares y evitando así que se estropee. Además es importado de España y dejamos un par de duros para la producción nacional.

-Aceite de coco: hace tiempo dejé de cocinar con aceite de coco virgen extra porque uno de mis compañeros de piso no soportaba el olor (ya, yo tampoco entiendo que a alguien no le guste que toda la casa huela a coco). Tras eso, empecé a usar una versión refinada, de la marca KTC. Según mis investigaciones, no hay de qué preocuparse. Se llama "Pure Coconut Oil" y no huele al calentarse. El aceite de coco funciona para un montón de recetas y es lo mejor a la hora de freír o hacer algo a la plancha debido a su termoestabilidad. Recuerda que a temperatura ambiente suele ser sólido y de color blanco. Puedes encontrar botes de 500ml (mejor si son de cristal que de plástico) por bastante menos de £3 en los ultramarinos asiáticos u "off-licence", por ejemplo en Brixton o Elephant & Castle. En España no lo tengo muy claro, supongo que lo ideal sería hacerlo por internet.

Evidentemente esta lista no es exhaustiva, sino unas pocas ideas que pueden componer el fondo de armario de tu cocina durante una temporada y un recordatorio de que es importante que nuestra comida sea todo lo nutritiva que podamos conseguir.


Un último consejo para cuando estés pelado/a: evita los caprichos. Tampoco es plan de que te tortures y si sabes que puedes parar con uno, adelante. Pero si eres como yo, probablemente un desliz te llevará a otro. En mi caso son los frutos secos.



Imagen: www.cuatro.com

lunes, 24 de febrero de 2014

Cardio crónico


El ejercicio cardiovascular está considerado la imagen de la salud. Una persona que está corriendo, andando en bicicleta o saltando a la comba nos trae a la cabeza pensamientos positivos. Incluso suponemos que esa persona lleva una vida equilibrada, no tiene enfermedades o se alimenta correctamente. Al fin y al cabo quien tiene una buena costumbre probablemente tendrá muchas otras.

Consideramos la carrera, la bicicleta, el remo, el aerobic, zumba o aquagym como iconos de la buena forma física. Así que hoy toca hablar del cardio crónico, de hacer ejercicio aeróbico de forma compulsiva, simplemente porque sí, o porque nos han dicho que es lo mejor que podemos hacer con nuestro cuerpo, o porque pensamos (nos han vendido) que es el camino de la salud y un cuerpo envidiable.

¿Es esto cierto? ¿Realmente un corredor es una persona sana? Desde luego, tras una pequeña evaluación inicial, pensaremos que sí. Para hacer ejercicio es necesario un mínimo de salud. Pero al igual que ocurre con la alimentación o la medicina, el ejercicio no está exento de dogmas. Y tanto la alimentación como la medicina o el ejercicio deberían ser una parte natural de nuestro bienestar, y no unos procesos dictados por normas artificiales como "debes desayunar todos los días", "toma medicinas para bajar la fiebre" y "haz ejercicio aeróbico con frecuencia". 

Tenemos unos mecanismos para todo ello, aunque han dejado de estar regulados. El hambre existe para que sepas que tienes que comer, la fiebre existe para matar las bacterias que están felices a la temperatura corporal normal. En cuanto a las piernas... Bien, no las tenemos para hacer kilómetros de carreras, sino para movernos, entre otras cosas. No es normal salir a correr porque sí, como una obligación. Está bien hacerlo puntualmente, porque nos hace sentir bien o para salir un poco de la vida sedentaria que podamos llevar, pero nuestro diseño es para movernos frecuentemente a un ritmo lento.

Se nos ha enseñado que debemos hacer ejercicio cardiovascular para mejorar nuestro corazón y para quemar grasa. Con lo del corazón entraremos más adelante. Con respecto a la quema de grasa, las cosas no son tan sencillas. Cuando quemamos las calorías que tenemos almacenadas, una serie de sistemas regidos por nuestras hormonas nos darán la necesidad de comer nuevamente, sea a modo de hambre, ansiedad u otros. La única forma que tendríamos para luchar contra ello es nuestra fuerza de voluntad. Esto puede funcionar a corto plazo, pero finalmente acabaríamos desistiendo, por mucho empeño que pongamos. La naturaleza es más fuerte que el individuo y nuestro cerebro es muy potente, pero las hormonas ganarán la batalla.

En cuanto al tema del corazón, se supone que este tipo de ejercicios ligeros y prolongados son beneficiosos. ¿Hasta qué punto? ¿Por qué hay tantos casos de deportistas jóvenes que tienen una muerte repentina por problemas cardiacos? El corazón es un músculo, pero con particularidades. Una de ellas es que no percibe la fatiga de la misma manera. Cuando vamos al gimnasio a levantar pesas y llegamos al fallo muscular (la sensación de "no puedo hacer ni una repetición más"), probablemente al día siguiente tengamos agujetas. Además, esta extenuación provoca la llamada "supercompensación", que consiste en que durante el reposo (descanso y sueño) el músculo mejorará para adaptarse a ese esfuerzo en ocasiones posteriores. El corazón, sin embargo, puede supercompensarse (fortalecerse) de alguna manera pero ni ocurre fallo muscular (¡no puede permitírselo!) ni siente agujetas. Y así de fácil es que acabe por darse un problema en este órgano: no avisa de antemano.

No estoy diciendo que el ejercicio cardiovascular sea negativo, sino que es beneficioso cuando se realiza en su justa medida. Una cantidad mínima (en comparación a lo que nos han hecho creer) es saludable, pero un exceso es realmente perjudicial. Quienes suelen correr maratones tienen un aspecto poco saludable y son muy delgados, con poca masa muscular. Los velocistas, sin embargo, son todo lo contrario, y se asemejan más a la imagen real de un deportista o persona sana. Puede que no te guste el músculo y prefieras ver un cuerpo esquelético, pero el tejido muscular está generalmente relacionado con una buena salud. Una persona que no esté sana probablemente acabará perdiendo músculo, ya que este es "caro" de mantener para el cuerpo y si tiene otras carencias no se puede permitir mantenerlo.

En cuanto a la duración del ejercicio, hacer 15 horas de cardio por semana (y esto es una media de "sólo" 3 horas diarias de lunes a viernes) es una auténtica barbaridad, y en absoluto recomendable. Para deportistas de élite, evidentemente, esta norma no aplica, ya que tienen otro tipo de vida, de cuidados, alimentación, reposo, controles... Tampoco será sano para ellos quizás, pero igualmente tienen distintas metas que la persona media.

El ejercicio, como muchas otras cosas de la vida, y sobre todo de nuestro cuerpo y nuestras costumbres, es beneficioso a modo de campana de Gauss. Un poco de ejercicio es bueno, y mejor a medida que más se aumente, hasta llegar a un punto óptimo. Una vez superado ese punto, empieza el declive y es perjudicial. Empiezan los síntomas del sobreentrenamiento, la fatiga, cansancio crónico, falta de concentración.

No, el ejercicio cardiovascular en exceso no es sano.

¿Entonces por qué nos sentimos bien después de 2 clases seguidas de spinning varias veces por semana? Si se supone que las sensaciones, hormonas y estados anímicos tienen una función, ¿cuál es en este caso? Bien, esto habría que analizarlo, como siempre, fuera del entorno del mundo actual. ¿Por qué ibas a correr como si no hubiese mañana mientras estabas en tu campamento? Únicamente por diversión (juegos) o un peligro real. En el primer caso, probablemente sería de corta duración. En el segundo caso, lo que ocurriría es que te pararías únicamente cuando tuvieses la certeza de que el peligro había terminado. Esto quiere decir "sigo vivo/a". ¿Entiendes por qué te hace sentir bien? Sí, porque tu vida sigue adelante. Enhorabuena. Ahora no hace falta que le des a entender a tu cuerpo y tu cerebro que cada día te persigue una manada de leones. Por favor.

Esas horas que te pasas corriendo para hacer una maratón, los kilómetros que recorres continuamente sobre una bicicleta, la cantidad de vueltas que haces dar cada día a la cinta de correr en el gimnasio... ¿Realmente te están haciendo bien? Sigue adelante si simplemente te hace feliz, pero deja de hacerlo si tu propósito es la salud. Porque si quieres que tu cuerpo esté en mejores condiciones, es mejor un entrenamiento integral, con un poco de cada y menos de una sola cosa: intenta trabajar tu fuerza, tu flexibilidad, resistencia, potencia... en lugar de poner todos los huevos en la misma cesta. Ahora tienes 20, 30 o 40 años quizás, pero cuando tengas muchos más, verás que ha merecido la pena. E incluso puede que lo notes en muy poco tiempo. 


Mi consejo, un clásico: relájate y disfruta.


Imagen: sfmnews.com

viernes, 21 de febrero de 2014

Viaje de ida y vuelta. Sí, ¡estamos de vuelta!


Hace más de un mes (desde el 20 de enero) que no publico nada. En la página de Facebook dejé un pequeño aviso de que por motivos de trabajo iba a estar ausente una temporada. Por cierto que en esa publicación enlazaba el podcast de Mark Sisson, del que por fin he podido escuchar todos los episodios hasta la fecha.

En el momento del parón no me fue posible explicar mucho más porque de repente todas las horas quedaron ocupadas y ahora por fin tengo un par de días libres.

Este cambio laboral estaba previsto ya desde hace tiempo pero no podía hablar de ello. Ahora que ya es posible, voy a contar un poco y a ampliar perspectiva ya que este blog se llama Paleolítico en Londres, ¿no?

El 20 de enero empecé un curso de formación de tripulante de cabina de pasajeros. Sí, de azafato. Y por ello quisiera aclarar esta terminología. No hay nada malo en decir azafato/a y creo que todos aceptamos esta denominación. Ciertamente lo más visible es que preparemos cafés y hagamos una bonita demostración de seguridad a la que nadie presta atención. Sin embargo el servicio de comida y bebida es más bien algo secundario aunque no deje de ser importante para el bienestar de los pasajeros, los beneficios de la aerolínea y garantizar una presencia a lo largo de la cabina, por ejemplo. Como tripulantes es necesario no solo saber de atención al cliente sino también tener conocimientos de primeros auxilios, conseguir muchos permisos en regla (como el de estar "limpio" a nivel legal), guardar la cadena de mando, operar partes de la cabina del avión (el simple hecho de abrir o cerrar una puerta exige una calificación y formación previa de varias horas), saber cómo actuar en caso de emergencia, conocer el equipamiento de seguridad, etc. Además hay una serie de procedimientos a seguir de forma precisa. Algunos de ellos los establece la compañía, otros son a nivel europeo, otros nacionales. Por suerte, gracias a circunstancias personales previas, conocía estos detalles de antemano y sabía que iba a tener que servir muchos cafés pero tampoco ignoraba estas otras funciones.

El curso ha sido muy intenso. Cuando no había clase, simplemente había que estudiar. Las horas de sueño eran escasas (generalmente 6 o menos al día) y las opciones a la hora de comer eran muy sanas desde el punto de vista convencional pero muy poco paleolíticas. Y como el supermercado más cercano estaba a casi una hora caminando he sobrevivido gracias a conservas, ensaladas preparadas y similares. Siempre hay que buscar la mejor opción aunque esta no sea precisamente buena. En ese momento, y como algo puntual, mis prioridades eran otras en lugar de la comida. En cuanto a deporte, este fue también casi inexistente, a excepción de pequeñas carreras a las 6 de la mañana, algunas de las cuales eran sprints en intervalos. También ha habido tiempo para risas y además he conocido personas de otras partes de Europa. Estas personas son ya importantes para mí, después de esta especie de gran hermano que hemos vivido juntos durante varias semanas.

Recientemente he empezado a volar. Así que si vienes a Londres alguna vez, quizás nos veamos en el aire o en el aeropuerto.

¿Qué decir del nuevo trabajo? Pues solamente cosas buenas. La gente es muy maja y ayuda mucho, los vuelos son amenos. Me siento cómodo en el avión y los demás lo notan. Es verdad que trabajo mucho, pero no me importa. Una de las razones por las que estoy en este país es porque el trabajo duro se valora, y este caso no es una excepción.

Dicen que es un trabajo muy poco sano. Es probable. Los turnos rotativos con horas intempestivas, la compresión/descompresión, la excesiva radiación solar y otros factores pueden influir negativamente en el cuerpo. Mi opinión es que un trabajo que te hace feliz es más sano que lo contrario. El estado anímico y hormonal ocupan lugares muy importantes a la hora de vincular trabajo y salud. Siempre me han gustado mis trabajos y he sido muy feliz en ellos, pero en este siento que puedo dar el 100% y, de alguna manera, que estoy diseñado para hacerlo. Puede que sean tonterías, pero siento que estoy haciendo lo correcto en el momento oportuno.

Hay algo que me ha llamado la atención sobre las costumbres de la gente a la hora de comer. Incluso en los vuelos cortos, los compañeros suelen comer en todos ellos. Bien es cierto que las creencias populares insisten en que comamos cada 3 horas, unas 5 veces al día, pero incluso una compañera muy delgadita y poquita cosa decía que si no comía cada poco se moría de hambre. Claro, ¡como que se pasaba el día comiendo sándwiches!, con sus correspondientes subidas y bajadas de azúcar (¡allá vamos!). Es verdad que era una chica delgada pero probablemente desarrollando una resistencia a la insulina que en unos años le pasará factura.

Y de mí hay algo que sorprende a todos. Es cuando les digo que prefiero no comer. Hablar de la dieta paleolítica y el ayuno intermitente no me parece adecuado ante personas a las que veré ese día nada más y cuya reacción será probablemente darme lecciones de moral. Disculpen, compañeros, pero he leído la ciencia y ustedes han sido engañados por los medios de comunicación y por sus propios médicos.

El día de mi evaluación, la formadora me insistía en que comiese porque "nunca se me ha desmayado nadie y espero que no seas el primero". Era adorable, todo hay que decirlo, y llegamos al acuerdo de que bebería mucha agua (cosa que ya iba a hacer sí o sí). También llegamos al acuerdo de que soy "apto", ¡por supuesto! Por mi parte le dije lo mismo que a todos: "he comido un montón antes de venir". ¡Mentira!

En todo este período también me he cambiado de casa para estar mejor comunicado con el aeropuerto, aunque sigo viviendo en Londres. También he hecho una escapada a España en unos días libres para poder ver a familia y amigos.

Y ya dejo de contar mi vida, que tengo muchas cosas pendientes de las que hablar. Probablemente la primera de ellas será el cardio crónico. Lo haré en cuanto pueda, porque aún estoy poniéndome al día en mi vida personal y otros asuntos del nuevo trabajo como lavar uniformes y seguir estudiando mis funciones (hay varias posiciones en el avión y de momento he ocupado una nada más). No todo es glamour, ¡oigan! Mientras tanto, se admiten sugerencias.

Bienvenidos/as de nuevo y gracias por leer.


Imagen: www.imagenesyfotosde.com

lunes, 20 de enero de 2014

Fuentes vegetales de omega-3. ¿Son mejores que las animales?


Cuando oímos "vegetal" automáticamente asociamos esta palabra a "salud". Pues primeramente vamos a hacer una pequeña aclaración, ya que a veces se usa como sinónimo de "verduras", cosa que no es cierta. Si bien todas las verduras son vegetales, lo contrario no aplica. Según la RAE, "vegetal" (en su 2ª acepción, la más cercana a este caso) significa "perteneciente o relativo a las plantas" o bien, como sustantivo, es un "ser orgánico que crece y vive, pero no muda de lugar por impulso voluntario" (esta es la 3ª acepción). Lo que ocurre es que en inglés no existe la palabra "verdura", así que se dice "vegetal". Es un caso de interferencia lingüística y false friend al que ya nos hemos acostumbrado pero no deja de ser una incorrección. Todo esto para aclarar que hablaré de vegetales pero no de verduras específicamente.


La importancia del omega-3 reside en múltiples factores. Forma parte de muchos tejidos es nuestro cuerpo, participa en reacciones metabólicas, es antiinflamatorio... Pero su valor reside es que es esencial. Esto no significa simplemente que sea importante, sino más bien imprescindible. El cuerpo humano no puede fabricar omega-3, así que debe ingerirlo. Lo mismo ocurre con la vitamina C o con algunos aminoácidos. Si no ingerimos omega-3 inevitablemente tendremos problemas de salud.

Junto con el omega-3 tenemos a su amigo-enemigo omega-6. La familia de ácidos grasos omega-6 son también esenciales, imprescindibles, imposibles de sintetizar por los humanos. El omega-6 es pro-inflamatorio y compite con el omega-3. Una relación sana entre ambas grasas es de 1:1 o 2:1 de consumo omega-6:omega-3. La dieta occidental está en una proporciones locas que van de 10:1 hasta 30:1. ¿Nos extraña que haya tantos problemas de inflamaciones y enfermedades en general?


Hace unos días me encontraba con este producto en Mercadona:

Como me gustan los frutos secos y me resultaba apetecible, decidí llevarlo, no sin antes consultar la correcta lista de ingredientes. Ahí descubrí además que contenía un análisis nutricional más detallado de lo habitual, en el que se incluía la información de los ácidos grasos insaturados para ilustrar que efectivamente tenía altas cantidades de omega-3. Me sentí sorprendido gratamente al encontrarme con este dato aunque los valores mostrados no diferían demasiado de lo que esperaba leer: los números cuadraban.

Entre las fuentes vegetales de omega-3 podemos destacar muchos frutos secos, como la mezcla anterior. Destacan, por ejemplo, las nueces. En su composición por cada 100g contienen 9g de omega-3. Esto es una cifra realmente elevada (cosa buena). Por otro lado contienen también 38g de omega-6 (cosa no tan buena). Los números arrojan un resultado de 4,22:1 de proporción omega-6:omega:3. Y las nueces son, sin embargo, una de las mejores fuentes de estos ácidos grasos.

Los frutos secos son famosos en la paleo dieta precisamente por su alto contenido en omega-6. Son prácticamente la única fuente rica en este ácido graso y por eso se recomienda limitar su consumo. Bueno, por eso y también porque en el paleolítico no venían pelados y envasados de forma que pudieses tragarte medio kilo al día (como yo en Navidades, uffffff). Si nos fijamos en la composición por cada 100g de almendras veremos que el contenido de omega-3 es prácticamente inexistente y contienen 12g de omega-6. Si bien 12g es una cifra mucho menor que los 38g de las nueces, al no haber omega-3 en la ecuación su resultado es mucho más desequilibrado.

Esto no quiere decir que haya que olvidarse de los frutos secos, sino que deben consumirse con moderación. El omega-6 es también esencial, como ya he dicho.

Las fuentes vegetales de omega-3 tienen otra particularidad derivada de la naturaleza de estos ácidos grasos. Dentro de los omega-3 hay distintos tipos, siendo los EPA y DHA los que el cuerpo utilizará en última instancia. Fuentes ricas de estos son los pescados grasos o azules, como pueden ser el salmón, sardina o caballa. Las fuentes vegetales ricas en omega-3 presentan sobre todo el tipo ALA, que es por el que destaca el aceite de lino (de consumo habitual entre vegetarianos por este motivo). Las diferencias entre ellos son a nivel químico, teniendo el ALA 18 carbonos; el EPA, 20 y el DHA, 22. Cuando ingerimos ALA, el organismo tiene que "elongarlo" para convertir la molécula a su forma útil. Este proceso tiene varios pasos que no son directos y van convirtiendo el ALA en ácidos grasos más largos hasta obtener el EPA o DHA. Los ácidos grasos se convierten según el siguiente orden: ALA - SDA - ETA - EPA - DPA - DHA. El gran problema de todo ello es que es un proceso muy ineficiente y la tasa de conversión de ALA en EPA y DHA está entre el 5% y el 20% (para el DHA no es superior siquiera al 9%) y en ocasiones no llega ni al 1%. Esto significa que de los 9g de omega-3 de las nueces (que es ALA en su totalidad) aprovecharíamos menos de 2g en el mejor de los casos. Y eso hablando de un alimento altamente rico en omega-3. Es un proceso con bajo rendimiento y que deja radicales libres a su paso. ¿Entiendes por qué las vacas comen hierba y nosotros comemos vacas?

En el ejemplo de arriba, nuestra "fuente natural de omega-3", tenemos 2,3g de omega-3 por cada 100 de producto, siendo estos ALA. También tenemos 18,8g de omega-6. La proporción es de 8,17:1 que resulta en una eficiencia de 40,87:1 en el caso ideal (considerando que la conversión es sumamente óptima, del 20%). Esta cifra se aleja totalmente de lo que buscamos. La etiqueta no miente en su afirmación de "fuente natural" pero debemos ser conscientes de que no es todo tan bonito.

A pesar de que casos como estos hacen pensar en lo complejo que parece elegir nuestros alimentos, no lo es tanto. ¿Por qué? Pues porque si estamos desprovistos de todo conocimiento pero aplicamos la lógica, nos daremos cuenta de que los frutos secos no deben ser un elemento de consumo habitual (y no me cansaré de repetirlo jamás) aunque tampoco debamos eliminarlos al completo si no tenemos alergias/intolerancias/enfermedades (ni seguimos el protocolo autoinmune para enfermedades de este tipo). Esta lógica es la que nombraba anteriormente: en el paleolítico había que recolectar y abrir estos frutos para consumirlos y no estaban envasados ni disponibles todo el año, así que consumirlos en exceso era virtualmente imposible.

Que no te engañen, ni el aceite de lino ni los frutos secos son fuentes ricas de omega-3. Lo mejor son los pescados azules y las carnes de pasto. ¿Que harás cuando veas un producto como el anterior? Valora si merece la pena y en qué circunstancias lo vas a consumir.

Por favor, coman sus omegas treses, pero con "un poquito de por favor" y sin conservantes, como dice la etiqueta.



¿Quieres saber más?:
Ciencia sobre las grasas: saturadas y poliinsaturadas (omega-3 y omega-6)
- Cuidado con los suplementos de omega-3

viernes, 17 de enero de 2014

¡Cumplimos un año!


Hace exactamente un año escribía mi primera entrada en este blog. En ella te explicaba por qué decidí empezar esta aventura y hablaba un poco sobre mí.

Ha pasado el tiempo y esta bitácora ha ido creciendo progresivamente. Familia y amigos han sido y son mi objetivo prioritario pero ahora entiendo y sé que hay muchas otras personas que siguen los desvaríos cavernícolas de este hombre del siglo XXI. Por ello intento crear contenidos más generales pero también particulares en ocasiones, que puedan interesar a todos o bien a unas personas determinadas (deportistas, embarazadas, enfermos...)

Aunque el número de visitas no es masivo, las cerca de 20.000 acumuladas son una cifra mucho mayor de lo que esperaba en un principio. Quiero pensar que es porque la información es útil o, cuanto menos, curiosa. Si es porque salgo en alguna tele local, ¡por favor, avisadme!

Es mi deseo ayudar a quien sea posible y trasladar la información de la manera más sencilla que pueda. No pretendo una exactitud brutal ni plagar las entradas con cientos de referencias. Entiendo que si una información te interesa no me creerás solamente a mí, sino que buscarás otros sitios donde contrastarla y ampliarla, y te invito a que lo hagas. Lo que quiero es ser una punto de inicio accesible, comprensible y útil. Una Belén Esteban fisna, paleolítica y sin operaciones; a la que el pueblo escuche cuando así lo quiera.

En retrospectiva puedo decir que en este viaje han cambiado varias cosas:
- Sabemos que el tema del pH no nos debe preocupar tanto como creía. En cuanto pueda escribiré sobre ello.
- He empezado a hacer CrossFit y lo he contado.
- Me atreví con unas cuantas recetas, primando la sencillez ante todo. No soy un buen cocinero pero sí alguien que se apaña muy bien compartiendo un pequeño piso y usando pocos ingredientes. Te darás cuenta de que me encanta el coco y sobre todo su aceite.
- Cumplí años. Es lo que pasa cuando transcurre un año: a lo largo de la existencia de este blog tú los habrás cumplido también.
- Probé yogures y leche cruda, sin pasteurizar ni homogeneizar.
- Escuché todos los podcasts de Balanced Bites hasta la fecha y sigo actualizado al respecto ("Hey everyone!").
- Escuché todos los podcasts de Robb Wolf de 2013 y he empezado ahora desde el primero. Este tío es muy gracioso, directo y preciso: el yerno ideal. La mala noticia es que ya está casado.
- Leí mucho, escribí mucho y aprendí mucho. O al menos eso creo...

Para los próximos 365 días tengo muchas ideas sobre las quiero escribir. Pero también quiero que me sugieras contenidos, que me plantees dudas y que rebatas lo que lees aquí. Que todo sea por el crecimiento mutuo y hacer que la salud nos llegue a través de nuestra alimentación.

Gracias por estar ahí. Espero que seas más sano/a, fuerte, ágil y magro/a desde que lees estas líneas. Y si acabas de llegar siéntete en casa.

lunes, 13 de enero de 2014

Primera ley de la termodinámica aplicada al metabolismo


Eso de "primera ley de la termodinámica" suena un poco complicado pero no lo es tanto. Si te digo que "la energía no se crea ni se destruye sino que se transforma", seguro que te resulta más sencillo. Dicho de otra manera, la energía no se puede inventar o traer de la nada, como tampoco puede desaparecer sin dejar rastro. 

Esto es lo que ha llevado al famoso equilibrio energético del que nos hablan cuando se dice que para perder peso hay que comer menos y hacer más ejercicio. Sería que si ingerimos menos de lo que gastamos (a través del ejercicio y de las propias funciones corporales), perderemos peso, y viceversa. El equilibrio energético sería, por tanto, cuando no hay ni déficit ni superávit, y la diferencia entre gasto e ingreso sería de 0 kCal.

Ahora supongo que resulta sencillo. Al menos, familiar. Matemáticamente sería:
· peso constante: calorías ingeridas = calorías gastadas
· incremento de peso: calorías ingeridas > calorías gastadas
· reducción de peso: calorías ingeridas < calorías gastadas
O también: calorías ingeridas - calorías gastadas = x, donde x son las calorías que iremos almacenando (o eliminando, si el resultado es negativo) en nuestro cuerpo en forma de tejidos, glucógeno, etc. Puede suponer ganancia de grasa, de músculo u otros según múltiples factores entre los que influye la dieta.

A pesar de lo simple que parece ya, quizás no lo es tanto. Un organismo está regido por la biología. Ciertamente las leyes físicas, químicas o matemáticas no escapan de ello, pero tampoco se aplican de una manera tan simple. Igual que un horno no se pone a 180ºC si no se espera (precalentamiento) tampoco un ser vivo funciona de manera lineal.

(Si no te interesa la física puedes saltarte el párrafo siguiente)

En física se (des)componen las fórmulas en sus ecuaciones de dimensiones hasta sus componentes básicas. De esta manera, la fuerza (F) es el producto de la masa (m) por aceleración (a). A su vez, la aceleración es el cociente de la velocidad (v) entre el tiempo (t). Finalmente, la velocidad se obtiene dividiendo espacio (s) entre tiempo (nuevamente, t). Así, combinando masa, espacio y tiempo, que son dimensiones fundamentales, podemos obtener una más compleja, que sería la fuerza. Como ejemplo, podemos hablar de la fuerza que ejerce una taza sobre una mesa si jugamos con su masa (digamos que es lo mismo que su peso) e incluimos la gravedad (que realmente es una aceleración). Al igual que en el caso del equilibrio energético, la taza no se mueve porque (aunque no nos parece intuitivo) la mesa ejerce otra fuerza sobre ella, igual pero de sentido contrario. No es ahí a donde quiero llegar, sin embargo, sino a ilustrar las variables que entran en juego para determinar una fuerza:
F = m·a = m·(v/t) = m·((s/t)/t)
Por tanto, podemos decir que F = m·((s/t)/t)

Cuando hablamos de calorías ingeridas hay varias cuestiones a tener en cuenta. Por ejemplo, la digestión de cada macronutriente (proteínas, carbohidratos, grasas, alcohol) implica un gasto energético en sí. Incluso cada tipo de grasa o de carbohidrato varía en este valor. Hagámoslo más o menos simple y digamos que:
kCal consumidas = (4 · g de hidratos de carbono) + (4 · g de proteína) + (7 · g de alcohol) + (9 · g de grasa) - (kCal invertidas en la digestión) + (kCal aportadas por la temperatura de los alimentos calientes)

Si nos fijamos en las calorías gastadas y partiendo del metabolismo basal (lo que el cuerpo gasta sólo por existir) aquí intervienen muchos más factores. Una tiroides hipoactiva lo ralentizará. El ejercicio que hagamos a lo largo del día nos puede hacer consumir más o menos. El tipo de ejercicio realizado hará que la demanda energética sea mayor o menor durante y después del mismo. La cantidad de músculo y de grasa que tengamos, así como nuestro peso, determinará también parte del gasto. El sexo influye, al igual que en el caso de una mujer es importante si está embarazada, ovulando, etc. El nivel de estrés también cuenta, así como la temperatura de los alimentos, ya que si están fríos debemos ponerlos a nuestra temperatura corporal. Digamos:
kCal gastadas = metabolismo basal + ejercicio + post-ejercicio + ...

Además, un organismo tan complejo como el nuestro tiene otros factores que pueden equilibrar la ecuación hacia un lado u otro. Un metabolismo y una psique sanos nos impulsarán a movernos más. Una enfermedad y/o un estado mental depresivo nos quitarán las ganas de hacer actividades. También influyen los gustos (personas deportistas), aficiones (amantes de la gastronomía), circunstancias familiares y laborales, etc. El sueño también puede promover estados hormonales más o menos favorables para el equilibrio energético. Al final, todo es cuestión de hormonas, que son las que dan las señales para todo, incluyendo las de "guarda esto" y "quema aquello". Un caso particular ocurre según la combinación de macronutrientes que nos pueden llevar a estados como el de cetosis, donde es ligeramente más difícil ganar peso (entre otras cosas porque la sensación de hambre funciona más eficientemente), o el de la dieta occidental, donde el alto consumo de carbohidratos nos hace consumir más y con más frecuencia (con lo cual es fácil acabar con un desequilibrio energético positivo).

El cuerpo, como vemos, es realmente complejo. Las simplificaciones como esta son sólo una burda aproximación. Pero es más burdo aquello de "está gordo porque come demasiado" o "está gorda porque no se mueve". Realmente la primera ley de la termodinámica es aplicable a los humanos, pero no es tan sencilla como llenar un vaso de agua y ver como aumenta su nivel. Podríamos decir que este vaso se mueve y el agua se derrama, su boca se agranda y reduce, alguna agua se evapora, e incluso alguna agua ni siquiera es agua. Aún así nos quedaríamos cortos con la comparación.

Un consejo final: cuando tengas hambre come comida de verdad, cuando no tengas hambre no comas, muévete, sé feliz y poco a poco todo estará equilibrado, incluyendo tu cintura. Y no te creas aquello de "come menos y muévete más" porque si lo haces forzándote acabarás con frustración y desandando cualquier beneficio obtenido. Deja que tu propio cuerpo te guíe.

martes, 7 de enero de 2014

Receta sencilla de tarta de cumpleaños "primal"


En mi familia siempre ha habido tartas de cumpleaños caseras. Mi madre es la encargada de dar forma dulce a ese día especial. Ayer, 6 de enero, no sólo fue el día de Reyes, sino también mi cumpleaños. En esta ocasión soplé las velas sobre una tarta de chocolate que mi madre preparó para la ocasión. Por no perder las costumbres, se trataba de una tarta neolítica.

Por mi parte decidí preparar una primal (no paleo, ya que contiene lácteos), para probar y ver qué tal resultaba. La idea era, además, poder compartir ese momento con el resto de la familia así como darle una opción también a mi abuela, que es diabética.

Esta receta que comparto a continuación está basada en un bizcocho típico gallego, la bica, y la he modificado raíz de la publicada aquí. No he hecho grandes cambios excepto añadir el relleno y cubierta de nata montada. La parte de color chocolate es también nata montada pero con un poco de cacao puro. No es un diseño propio de museo pero tampoco es un secreto mi falta de maña para las manualidades y postres. Si se te da mejor que a mí, seguro que obtienes un resultado excelente.

Vamos a por la receta. Únicamente incluyo la forma de preparar el bizcocho, ya que la cobertura va al gusto de cada uno y como has visto no tiene misterio la forma en la que la he preparado. También debo comentar que el bizcocho no es tan esponjoso como los ordinarios, sino más bien denso, característica inherente a la bica.


Ingredientes
· 6 huevos de tamaño L.
· edulcorante paleo/primal equivalente a 300g de azúcar.
· 200g de mantequilla clarificada o manteca de vaca cocida.
· 300ml de nata para montar.
· 350g de harina de almendra.
· 50g de coco rallado.
· 1 cucharadita de bicarbonato.


Preparación
1. Precalentar el horno a 150ºC y asegurarse de que los ingredientes están a temperatura ambiente.
2. Mezclar bien los huevos, edulcorante, nata y manteca en un bol.
3. Mezclar la harina de almendra, el coco y el bicarbonato en un segundo bol y luego incorporar esta mezcla a la anterior.
4. Poner en una fuente para horno (forrada con papel o bien engrasada, para que no se pegue) recordando que la masa subirá y hay que dejar un margen para ello.

5. Dejar que repose unos 15 minutos para que la almendra y el coco absorban el exceso de humedad y el bicarbonato empiece a subir un poco.
6. Hornear durante 40 minutos, aunque lo ideal es estar pendiente y sacarla cuando al introducir un cuchillo éste salga limpio, lo cual significa que la masa no está cruda por dentro. El tiempo de horneado puede depender del tipo de molde usado (tamaño y material del que está compuesto).

7. Sacar el bizcocho y esperar 15 minutos antes de desmoldar y cortar. Para rellenarlo/decorarlo habrá que esperar al menos otra hora más si utilizas nata, ya que de lo contrario se bajará por efecto del calor.

¡A disfrutar!

Si no consumes lácteos puedes hacer una versión totalmente paleolítica de este bizcocho de cumpleaños cambiando la manteca por aceite de coco y la nata para montar por crema de coco.

Sí, el coco nos salvará del apocalipsis zombie.


Para rematar, me parece justo poner una foto de la tarta oficial, aunque sea nelolítica. Porque lo que una madre hace, que no lo juzgue Loren Cordain. Gracias a mi madre por la tarta, a mi hermana por hacer la foto y a mis 2 hermanos por el (los) regalos. Bueno, gracias también a todos los que han hecho que el día fuese especial y paro ya que si no no acabo con los agradecimientos.
Señor paleolítico abriendo un regalo hecho por sus hermanos. Gracias, amores.