¡Cuidado! Hacer ejercicio no compensará una dieta desequilibrada. |
Aunque hay personas que no son capaces de subir de peso, a la mayoría nos cuesta bajarlo. Como siempre, es una cuestión evolutiva. Viene dado por el contexto de una época de escasez de alimentos en la que pueda sobrevivir quien haya almacenado más energía. Soy un claro ejemplo de esta "facilidad de almacenamiento".
Si buscamos perder peso es conveniente revisar por qué no estamos consiguiendo nuestro objetivo a pesar de seguir una dieta paleolítica. A veces las razones pueden ser obvias, pero otras no tanto. Una pequeña revisión siempre viene bien. La dieta paleolítica no tiene como finalidad bajar de peso, sino estar sano. La bajada es más bien un efecto secundario que a muchas personas puede ayudarlas a estar motivadas sin salirse del camino. Por supuesto, siempre nos referimos a perder grasa y conservar cuanto más músculo sea posible. Estas son algunas razones que nos pueden estar haciendo fallar.
Exceso de calorías
La sabiduría tradicional dice que el exceso de calorías es lo que nos hace engordar. Si bien no es tan sencillo, a la larga sí que importa. No hay por qué crear un gran déficit calórico, pero tampoco podemos consumir un gran exceso diario.
Ayuno
A lo mejor has empezado a practicar ayuno intermitente porque sabes que puede ser sano y además ayudar a bajar de peso. Lo primero a tener en cuenta es que el ayuno no es algo que se pueda introducir de la noche a la mañana y es recomendable que primero te hayas adaptado a comer bien durante un tiempo prudencial. Si estás ayunando demasiado estarás igualmente estresando a tu cuerpo y esto puede ser contraproducente, incluso hasta el punto de aumentar la producción de cortisol. Si practicas ayuno diario (por ejemplo saltando el desayuno) la ventana de ingesta debería durar unas 8 horas si eres hombre o 10 si eres mujer. Si practicas un ayuno alterno en días, no deberías llevarlo a cabo demasiadas veces por semana. Un ayuno casi completo un máximo de 2 días por semana es más que suficiente. Y, por último, no combines técnicas de ayuno. Esto quiere decir que si siempre te saltas alguna comida al día y además ayunas por completo otros, podría ser excesivo. La virtud está en el punto medio.
Falta de calorías
Nuevamente repetiré que la virtud está en el punto medio. Si al principio decíamos que el exceso de calorías puede hacerte descarrilar, también puede ocurrir lo mismo si nos vamos al otro lado. Claro que al principio perderemos peso, pero si seguimos comiendo poco, nuestro organismo no estará nutrido. Pronto nos sentiremos cansados y estaremos en condiciones poco óptimas, así que de alguna forma estaremos maltratándonos.
No fiarse del hambre
Si te dejas guiar por el reloj verás que te ataca una necesidad de hambre que no es real, sino que está en tu mente. Olvídate de un reloj un día y haz tareas entretenidas. Así podrás comprobar que estás marcándote unas pautas que no son tan naturales como creías. En la medida de lo posible, deja a tu instinto fluir. Al fin y al cabo los animales funcionan así, y ellos no engordan. Claro que esto será válido únicamente si no consumes altos niveles de carbohidratos que hagan subir y bajar continuamente tus niveles de azúcar e insulina y, por tanto, de energía.
Darle demasiada importancia a la báscula
La báscula es una mera referencia. Puede resultar útil en ciertos momentos para motivarnos, para llevar un registro o para marcarnos un objetivo. Lo que la báscula no dice es que las fluctuaciones de agua, músculo y grasa son muy diferentes. Mientras que la primera puede variar mucho entre días (incluso más de 1kg), las otras dos suelen ser más lentas. Añadamos que podemos ganar músculo y perder grasa y pesar lo mismo, aunque también podría ocurrir al revés. Si la báscula no dice lo que esperas, no te frustres, deja que tus objetivos se manifiesten a largo plazo, haz bien las cosas y disfruta cuando de repente un pantalón ya no te apriete. Incluso en It Starts With Food los autores recomiendan que tires tu báscula si vas a hacer su programa Whole 30.
No llevar un registro
Aunque no hay que apuntar todo lo que comemos, pesar los alimentos, mirar las calorías... sí que es buena idea que durante una temporada (una semana, por ejemplo) apuntes absolutamente todo lo que comes. Incluso si son 2 almendras, es recomendable hacerlo. Muchas veces creemos que no comemos tanto como realmente hacemos porque nos olvidamos de pequeñas cosas, porque no prestamos atención a todo lo que hemos comido (quizás hemos picado al cocinar o hablábamos con alguien al comer) o simplemente porque el día es más largo de lo que podemos llegar a registrar mentalmente. Si haces estas anotaciones, revísalas al final del día y al final de la semana. Hazlo con honestidad y evalúa lo que has escrito. Y apunta todo, incluso aquello que creas excepcional. Si has picado algo en el trabajo porque era el cumpleaños de alguien y eso no ocurre otro día, sí que puede ocurrir que otro día te tomes una tapa o haya alguna celebración distinta. Al fin y al cabo un año tiene 52 semanas, y seguro que conoces a más de 52 personas que te inviten a un bombón o un pastel por su cumpleaños. Por último, cuando hacemos este tipo de registros tendemos a controlarnos un poco más, con lo que es todavía más importante ser legal con lo que escribamos.
Hay muchas más razones que pueden influir y las veremos a medida que pase el tiempo. Mientras tanto, ¿tienes alguna sugerencia? ¿Te has dado cuenta de algo en lo que estás fallando? ¿Hay algo que sabes que te funciona y no aparece en la lista superior? Cada persona es un mundo y viajar es maravilloso.
Imagen: www.monologos.com