viernes, 14 de marzo de 2014

Ayuno, cambio de trabajo, cambio de costumbres y reacciones de los compañeros

No, gracias

Ayer tuve una situación un poco frustrante en mi nuevo trabajo. Por supuesto, está relacionada con la alimentación. Primero situémonos.

Hasta ahora lo que hacía en el avión era ayuno intermitente. Recordemos que esto es no comer durante un período determinado. Así que no comía nada durante mi jornada de trabajo ni tampoco antes, a no ser que mi turno empezase tarde... ¡o que tuviese hambre!

Este ayuno me funciona por varios motivos:
-Puedo estar ocupado en otras tareas, sin pensar en sentarme a comer.
-Me despreocupo de estar eligiendo las opciones de menús para empleados, que nunca son paleo.
-Cuando sí como, lo hago con tranquilidad, sentado a la mesa, en mi casa y no en un pequeño espacio. La actitud a la hora de comer es muy importante y no es bueno hacerlo con prisa ni en un lugar incómodo.
-No es necesario hacer un parón en la comida para empezar con otra cosa (una llamada de un compañero o un pasajero, hacer una comprobación rutinaria, iniciar un procedimiento).
-No tengo que llevar mi propia comida. Esto podría provocar retrasos en el control de seguridad (sobre todo por los líquidos), que la comida manche el equipaje u otros problemas menores.

Generalmente, mi comportamiento con respecto a otros compañeros era más o menos siempre igual. Cuando se nos preguntaba por el momento que preferíamos para comer mi respuesta era que me adaptaba y que a veces ni siquiera necesitaba comer durante los vuelos. Sobre todo en vuelos muy largos, la gente se extraña de que no coma y preguntan que si estoy a dieta, que si quiero adelgazar, que si tengo algún problema, que si me da vergüenza, que si no me gusta la comida... La mayoría de los compañeros son del tipo "no sé cómo lo haces, yo necesito comer al menos una vez en cada vuelo". Les digo que no tengo hambre, y que si tengo hambre no se preocupen porque comeré. Esto es totalmente cierto pero suelen seguir insistiendo. Respondo amablemente y les explico que no deben preocuparse y que no sigo ninguna dieta ni quiero adelgazar.

El otro día, en una jornada de casi 15 horas y sin comer nada en absoluto, una compañera (la que tenía su posición justo a mi lado), muy amable, me preguntaba varias veces. Después de unas horas y previendo que faltaban aún muchas más, le expliqué que estaba ayunando, que hay mucha investigación médica al respecto y que lo hago porque considero que es sano. Su respuesta, por primera vez, fue: "¡Ah, claro! ¡Por supuesto que el ayuno es bueno! Si lo hubieses dicho desde el principio no te hubiese preguntado más, hombre". Ella, ideal de la muerte, tanto en su respuesta como compañera y como persona. Sin embargo, generalmente afloran los comportamientos maternales/protectores, las preocupaciones porque no me desmaye y la insistencia en que coma.

En este punto me doy cuenta de cómo estamos de adoctrinados, y de como nos resulta extraño que una persona que no tiene hambre "deba" comer porque "hay que comer varias veces al día". ¿Y para qué sirve el hambre, entonces? Intento hacerme un poco el sueco y evitar que la conversación siga, ya que podríamos entrar en las faltas de respeto y lo que me apetece decirles es:
-Tú necesitas comer en cada vuelto porque realmente no sabes comer.
-Dame razones probadas para hacer lo que me dices.
-Ese comportamiento protector que tienes es porque piensas que tengo 20 años (me lo han dicho como la mitad de las personas con las que he volado) y ni idea de nutrición. Pero tengo 30 a pesar de no cumplir con la imagen de "adulto" con la piel hecha un asco, ojeras infinitas y barriga cervecera. Adivina el porqué.
-¿Conoces mi cuerpo mejor que yo? Entonces te haré caso. ¿Eres doctor/a en medicina? Entonces te escucharé. ¿Ves algún síntoma de que me encuentre mal o mi rendimiento es bajo? Entonces dímelo y tomaré medidas.

Sin embargo ayer cambió todo. Al hacer una línea de 2 días, repetimos tripulación. El primer día, como siempre, todo el mundo se extrañó de que no comiese nada. Al segundo día, en el que iniciamos la jornada a las 5:30, me preguntaron que cuándo había sido la última vez que había comido. "Ayer antes de acostarme", respondí. Después de iniciar el segundo vuelo la actitud del resto de la tripulación fue volviéndose más y más maternal y preocupada. Llegó un punto en el que la sobrecargo, con educación y respeto, calificó mi actitud como "inaceptable" (palabra, por otro lado, muy frecuente en inglés) y añadió:
-Puede que te sientas bien, pero tu cuerpo no lo está.
-Si hay una emergencia no podrás responder adecuadamente.
-Ya ha ocurrido anteriormente que alguien se haya desmayado por este motivo.
-La gente hace estas dietas locas de ayuno sin darse cuenta que tienen decenas de pasajeros bajo su responsabilidad.
Que nadie me malinterprete: soy consciente de la responsabilidad que tengo sobre los pasajeros que van conmigo, pero sé que puedo hacerme cargo de ello igual o mejor que quien haya comido durante el vuelo. En todo momento seguí tranquilo, aceptando su punto de vista y sus comentarios, consciente de la influencia del adoctrinamiento al que todos hemos sido sometidos.

Más tarde, la cosa cambió, y las 3 compañeras me dijeron cosas como:
-Estás poniendo en un aprieto a la sobrecargo, cuyas funciones incluyen que todo el mundo coma durante el día y se cumplan una serie de normas como esta.
-Si continúas así es necesario trasladar esto al capitán y él puede escalarlo a la compañía.
-Esto es motivo para expulsarte del avión. Y debe hacerse. Y no es la primera vez.

Finalmente me convencieron. Yo conozco mi cuerpo, pero la compañía no. Y hay una serie de normas que he de cumplir aunque no comulgue con ellas. También es cierto que estoy cargando una responsabilidad añadida en mis superiores y si dependiese de mí no habría problema, pero les pueden pedir razones a ellos. Igualmente se me ocurrió que en caso de un evento inesperado, pueden alegar que no reaccioné correctamente debido a esta "actitud", aunque el ayuno no hubiese sido motivo real. Mejor cubrirse las espaldas.

Lo que ocurrió ya te lo imaginarás. Acepté la comida de tripulación. Para los curiosos: elegí una manzana, un yogur y un maldito sandwich de huevo y tomate. Había opciones de comida caliente, quizás más adecuada (por ejemplo pollo con arroz y algún aditivo) pero ya no había tiempo de prepararla.

Todo esto ha sentado las bases para una nueva costumbre. A partir de ahora llevaré una bolsa de frutos secos en el equipaje. Lo hacía al principio pero abandoné porque nunca los comía en el avión sino en casa. Volverán a mi fondo de maleta, acompañados de algo más elaborado cuando así pueda.


No todo en este trabajo podía ser perfecto, pero tampoco me quejo. Con este pequeño cambio seguiré disfrutándolo. La clave es la adaptación. Siempre.


Imagen: www.imagenpoblana.com

8 comentarios:

  1. Ay Charles pues cuanto lo lamento
    ... cuanta ignorancia hay.. pero bueno, es que tampoco te conocen.. es normal su preocupacion. Has hecho bien.. animo!!

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    1. Gracias por tu apoyo, niña. Si ciertamente los entiendo así que ya no me preocupa más. Ayer ya llevé mi comida y como comí una sola vez también se preocuparon porque la línea era de 13 horas, pero no insistieron. ¡Por fin!

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  2. Comprendo tu situación ......lo he sufrido y es complejo . Trabajo por turnos,lo habitual es hacer trabajar a todas horas el estomago por el temido "por si acaso" sucede algo y no puedes rendir porque no se había comido.
    Por experiencia sé que cuando sucede "algo" lo ultimo que te pide el cuerpo es comida, antes es descanso y agua.
    Mucha paciencia ,convivir es harto difícil cuando eres consciente de que piensas y actuas de manera diferente a la mayoría.

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    1. Tienes toda la razón, Beatrix. Yo pienso que ellos funcionan de manera similar a la frase "clean as you go" (que implica que no esperes a limpiar algo gordo, sino que los pequeños gestos importan). Sería "eat as you go", significando que necesitan comer para estar activos, como un suministro constante de gasolina. Por suerte, como he dicho, ya no me preocupa. Ahora llevo una ración de mi comida y ya está. Cuando veo que me dicen algo es cuando me pongo a ello, aunque prefiero esperar hacia el final del día.

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  3. Mucho ánimo. Mi pareja es vegetariana, imagínate la pesadilla que es eso para un paleo: ni carne, ni pescado y una dieta plagada de cereal, legumbre y derivados de la soja.

    Afortunadamente, se cocinar y me hago lo mío, pero acaba siendo un follón (dos comidas, dos cenas...)

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  4. He leído atentamente tu caso y es increíble como nos machacan con los ideales actuales sobre la comida. Directamente pasan a pensar que los que hacemos ayunos tenemos que padecer necesariamente un trastorno alimenticio, pero claro, nos ven bien sanos y tal y entonces no, entonces somos los raritos de turno. Si la gente entendieran los beneficios de los ayunos... el problema es que la anorexia nos ha hace mucho daño a los paleo y la gente es incapaz de asimilar que ayunar 24 horas sea beneficioso y no este relacionado con querer quedarnos en los huesos y enfermizos.

    No me puedo imaginar lo duros que tienen que ser esos momentos de presión, como los que nos has contado... yo que me angustio a la hora de salir a hacer vida social porque a veces nunca hay opciones paleo... lo tuyo que está relacionado con tu trabajo... uff!
    Cuánto merito y cuantas situaciones como esas habrás vivido.

    Yo solo se una cosa, bueno, intento hacer los ayunos sin dar explicaciones. Mi familia sabe que soy paleo pero no doy mas detalles porque son del " come come que algo te tendrás que echar en el estomago" y no vivirían pensando que debo estar enferma para no querer comer en un día.

    Un aplauso para tu determinación, aunque a veces las presiones nos obliguen a ir a contra corriente.

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    1. Gracias, Sofía. Por suerte ahora lo llevo bien. Siempre tengo una ensalada muy triste a mano, tan sólo unas cuantas hojas y un poco de aliño. Así, aunque no tenga hambre, como ven que como ya no dicen nada, excepto aquello de "¡qué sano!" Ya no hay momentos de presión sino que he conseguido darle esa vuelta de tuerca que hacía falta.

      Con mi familia (a pesar de no vivir con ellos) no tengo problema porque entienden muy bien todo. Si bien no comparten mis costumbres, las respetan.

      Ánimo, que todo se puede conseguir. Vas por el buen camino. ¡Saludos!

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    2. Gracias, Sofía. Por suerte ahora lo llevo bien. Siempre tengo una ensalada muy triste a mano, tan sólo unas cuantas hojas y un poco de aliño. Así, aunque no tenga hambre, como ven que como ya no dicen nada, excepto aquello de "¡qué sano!" Ya no hay momentos de presión sino que he conseguido darle esa vuelta de tuerca que hacía falta.

      Con mi familia (a pesar de no vivir con ellos) no tengo problema porque entienden muy bien todo. Si bien no comparten mis costumbres, las respetan.

      Ánimo, que todo se puede conseguir. Vas por el buen camino. ¡Saludos!

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