El otro día me llegaba a los oídos la historia de una chica y sus "amigos". Todo el grupo era paleo aunque ella hacía una versión más relajada. Entre otras cosas, consumía lácteos. Cuando reveló este "secreto" al resto de sus amigos, casi la apedrean. Desde entonces simplemente dice que su dieta consiste en evitar cereales, azúcar y alimentos procesados.
La historia anterior me hizo pensar en las etiquetas, en la manera de vivir este modo de alimentación y compaginarlo con el resto de nuestra rutina y la de las personas que nos rodean.
Antes de nada me gustaría comentar que la dieta paleolítica, aunque tiene unas bases que podemos considerar concretas, es personalizable. Para quien tolere los lácteos es perfectamente válido que los consuma. También es respetable cualquier otra modificación dentro de los objetivos, tolerancias, alergias e historial de cada persona.
Desde mi perspectiva, escribiendo, intento ser cuidadoso. Es por ello que me gusta dejar claro si algo es rígido o flexible, y que cada cual se adapte o bien juzgue para sí. Siempre que pueda, lo haré así, informando al máximo. Supongo que en cada uno de los artículos que escribo habrá varios errores, por mucho cuidado que tenga. Pueden ser estos de estilo, de lagunas por lo que desconozco o simplemente falta de información mía o de la comunidad (paleo, médica, científica...) en general. Contra estos últimos no hay nada que hacer, pero intento corregir los otros. Pretendo propagar esta información de modo que no resulte dogmático, sino mostrando un abanico lo más amplio posible y, a la vez, manteniendo toda la precisión que pueda. Entiendo que quien lo lee no tiene por qué disponer de conocimientos avanzados en la materia (ya que en ese caso estaría visitando un blog o web diferente, más complejo) y, desde mi humilde punto de vista, quiero despejar dudas e intentar crear un contenido didáctico. Sé que uso mucho la palabra "depende" y similares. Es voluntario. No se pueden crear pautas rígidas en algo tan amplio como la salud o la nutrición. Aunque inevitablemente nos comparamos, no somos iguales que la persona que tenemos al lado, sin importar incluso que sea de nuestra familia. No sólo tenemos un cuerpo distinto, sino otras metas y hasta puntos de vista distintos que nos pueden hacer variar el patrón que seguimos.
Espero que con todo lo anterior,quede claro que cada cual tiene derecho (dentro de unos límites razonables) a elegir cómo personalizar su plato, su nevera y su vida en general, sin dejar de ser paleo.
A pesar de esta larga introducción, toca hablar del tema principal: paleo y vida.
Si quieres que tus costumbres no sufran por seguir un estilo de vida paleolítico, lo primero que te aconsejo es que conozcas tus posibilidades. Esto implica valorar las responsabilidades, horarios, eventos, trabajo y demás que pueden aparecer en tu día a día o esporádicamente. Lo siguiente es superar o modificar aquellas que podamos y evaluar cuales de ellas son inevitables y cuales podemos cambiar aunque nos cuesten porque están en nuestra zona de confort. Un ejemplo es el de coger un sándwich para llevar de camino a casa porque sé que no tengo nada en la nevera. La solución paleo sería optar por unos frutos secos o simplemente hacer unos huevos en cuanto lleguemos. Con un pequeño cambio se consiguen muchas mejoras, sobre todo porque se vence la inercia, la costumbre.
Cuando tengas un compromiso social, también hay que tener cuidado. Dependiendo de su naturaleza, es mejor actuar de una forma o de otra. Si siempre sigues las normas, no pasa nada porque un día te las saltes. Si es una comida familiar o con amigos de confianza, es posible que no tengas problema en seguir una dieta paleo como de costumbre. Si no te sientes preparado/a porque lleves poco tiempo u otro motivo, quizás deberías intentar adaptarte a lo que se presente. O puede que recibas el bombardeo de preguntas y órdenes del tipo "¿cómo no vas a comer pan?", "¿desde cuando no tomas postre?", "pues esa forma de comer no es normal", "lo natural es hacer dieta mediterránea". Seguramente los que dicen lo de la dieta mediterránea son los primeros en tomar postres azucarados todos los días (lo cual no está en línea con esa dieta) pero no es cuestión de juzgar a nadie. Si ocurre el bombardeo anterior, lo mejor es dejarlo y no discutir durante la comida. Ni a ti ni a los demás les gusta que les amarguen la cena, así que déjalo para después y no discutas. Si a alguien le interesa lo que haces, lo preguntará. Si no le interesa, no intentes convencer.
Puede que juegues con los hidratos de carbono o incluso estés haciendo una versión paleo cetogénica. En este caso recuerda que saltártela un día implica que lo pagarás durante unos cuantos, según como funcione tu cuerpo. La adaptación al modo quema-grasa puede romperse fácilmente y es posible que cueste volver a ella, quizás no tanto como la primera vez, pero tampoco tiene por qué ser un camino de rosas. En ese caso, si tienes una comida o evento, valora si te vale más la pena evitarla, adaptarte, explicar tu situación, poner una excusa o plantear alternativas. Quizás puedas pedir un plato personalizado o llevar tu propia comida. Es una decisión delicada y depende de ti. Sea cual sea tu elección, no la tomes en el último momento, sino de antemano. Suena un poco fuerte pero es la realidad.
Si tienes algún tipo de enfermedad, trastorno o historia particular, mi consejo es que no te salgas de la paleodieta a no ser que sea total y absolutamente inevitable. He visto muchos testimonios de personas que tienen intolerancias, por ejemplo, y por probar "un poquito" un día acaban pasando varios días mal. Lo que ocurre muchas veces es que quien tiene este tipo de problemas se desintoxica de aquello que le sienta mal y al reintroducirlo su cuerpo no está preparado. De esta manera surge una reacción que puede manifestarse con uno o varios síntomas como vómitos, mareos, malestar o dolor abdominal. Esto no quiere decir que su cuerpo se haya debilitado de repente, sino que antes luchaba de forma frecuente contra un elemento dañino y estaba preparado aunque estresado de forma crónica. Al enfrentarse de nuevo a ese elemento, no está preparado y la respuesta es aguda. Aunque esta segunda respuesta es más dolorosa, es puntual; la primera, sin embargo, va haciendo daño a lo largo del tiempo y puede acabar por crear síntomas irreversibles, como la continua gota de agua cayendo sobre la roca.
Cuando algo "salga mal", lo mejor es volver a recuperarse cuanto antes, portándose bien sin demora. Nada de culpas ni remordimientos. Si no tienes síntomas, mejor, pero si los tienes no te tortures y hazlo lo mejor que puedas. Recuerda que estás invirtiendo en tu salud y que si habitualmente te sientes bien, con energía, fuerza y optimismo es porque te estás cuidando. Habrá quien necesite hacer trampa de vez cuando, lo cual es también perfectamente válido. Comer es también compartir con los demás.
Como conclusión me gustaría insistir en lo importante que es la personalización. A lo mejor sigues una dieta paleolítica estricta o a lo mejor te consideras más bien "primal". Quizás seas de los que comen ciertos "almidones seguros" como en The Perfect Health Diet. Es posible que no seas 100% perfecto/a con tus elecciones sino un 80% y que necesites hacer trampas en alguna ocasión. También puede darse el caso de que tengas tu propia versión, como la muchacha del ejemplo, que tomó la inteligente decisión de poner a su dieta la etiqueta de "simplemente evito cereales, azúcar y alimentos procesados". Y es que al final todo es cuestión de etiquetas y normas que probablemente deban ser más flexibles y reducirse a que comas comida de verdad y evites aquello que no le guste a tu cuerpo. En todo caso, toma decisiones inteligentes, quiere a tu cuerpo, adáptate, elige alimentos de la mayor calidad que puedas y no te olvides de disfrutar de todo ello ya que si no no tiene sentido.
Imagen: http://loquedicelacienciaparadelgazar.blogspot.co.uk/
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