He querido evaluar si los huevos me sientan bien o no, puesto que vuelvo a tener dudas. Los he eliminado durante dos semanas y los he incorporado de nuevo sin problemas. De momento. Así como el otro día me dio por preparar tortitas de coco y de plátano, también me ha dado por probar una receta de la que un amigo me habló hace tiempo. Se trata de unas flores de pimientos que una señora le recomendó en el mercado. Y aunque hace años de ello, no las había hecho hasta ahora.
Necesitamos pimientos y huevos. Es mejor que los pimientos sean grandes, para que el resultado sea más bonito. Lamentablemente no pude encontrarlos orgánicos así que al menos los compré de origen España, ¡coño!
Simplemente tienes que cortar los pimientos en rodajas de 1 a 2 cm, según lo grandes que sean. A mayor tamaño, menor deberá ser la altura de la rodaja. El propósito es que quepa un huevo dentro.
Calienta un chorro de aceite en la sartén. Yo sigo recomendando el de coco si lo tienes a mano. Coloca las rodajas de pimiento y a continuación echa el huevo dentro. Una pequeña cantidad de la clara se derramará por el fondo, inevitablemente. Si la sartén está bien caliente, cuajará al momento, así que se contendrá automáticamente.
Te recomiendo que las cocines tapadas para que se hagan antes. Yo no lo he hecho y eso ha provocado que se quemen un poco por abajo para que la parte de arriba quede cocinada. Para que veas la diferencia, la flor verde está puesta del revés y se aprecia que se ha tostado demasiado, mientras que la parte superior está perfecta. Además los pimientos que elegí son un poco pequeños y eso complica la cocción debido a que la altura de cada rodaja ha de ser mayor.
En la foto, las florecillas de pimienticos están cubiertas con un chorrito de aceite de oliva y acompañadas de aguacate con pimienta negra molida. Además he puesto un poquitín de perejil rallado.
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