El otro día robé una idea de una colección de mi madre y ya la he probado. Se trata de un polvo que sirve para la limpieza dental. Sólo lleva 3 ingredientes: sal, menta y salvia. La receta original dice que se usen 12g de hojas de menta y otros tantos de salvia frescas más 25g de sal marina gruesa. No encontré salvia en el supermercado y tampoco quería esperar más, así que lo hice sin demora... y sin salvia. También lo hice, como siempre, a ojo. No he medido las cantidades, pero he hecho un cálculo aproximado. Es una receta es tradicional y la teoría dice que la sal es un abrasivo natural, la menta le da sabor y aroma, y la salvia es antiséptica. Esto quiere decir que mi mezcla no matará bichitos pero cuando consiga el ingrediente que falta se lo añadiré a la mezcla.
Una vez que leas los pasos pensarás que es más conveniente usar sal fina pero no es así, ya que el propio grano de la sal ayudará a moler las hojas. Necesitamos, además, un mortero, un colador, un recipiente hermético y una bandeja apta para el horno. Vamos a ver cómo hacerlo.
1. Precalienta el horno a 150º.
2. Lava bien las hojas y luego sécalas.
3. Pica las hojas en trocitos pequeños.
4. Extiende las hojas sobre una bandeja para el horno y cúbrelas con la sal.
5. Déjalas en el horno durante 20 minutos. Al sacarlas verás que la sal se quedará un poco amarilla por el contacto con la planta.
6. Machacar el resultado con un mortero. Es mejor hacerlo por tandas para conseguir que quede muy fino.
7. Colar la molienda y si quedan granos gruesos se vuelven a triturar.
8. Guardar en un recipiente hermético para que no se humedezca.
En resumen: hojas lavadas, secas y cortadas, con la sal por encima, 20 minutos a 150º y luego pasadas por el mortero y coladas. El resultado es totalmente satisfactorio. Se obtiene un polvo fino que incluso resulta bonito. La sensación en la boca es muy agradable, aunque es algo raro escupir de color verdoso cuando lo que estamos haciendo es limpiarnos. Perdón por lo gráfico de la descripción, pero me parecía necesario.
Para hacerlo no he usado la planta de menta que me compré el otro día y puse la foto en Facebook. Esa me la guardo para otra ocasión, que quiero ver si puedo mantenerla viva y, si no lo consigo, también la usaré antes de que sea demasiado tarde.
Lo más recomendable es que lo hayamos preparado con ingredientes orgánicos y así será de gran calidad y tampoco nos va a costar una fortuna.
Ahora estoy experimentando también con el champú "no poo", más bien "sin champú", que es únicamente bicarbonato disuelto en agua. Después de usarlo hay que echar una solución de vinagre de manzana también en agua, para devolver la ligera acidez natural de la piel. Hasta ahora no es más que eso, un experimento, pero me gusta pensar que los productos de higiene se pueden simplificar y hacer mas naturales y agradables. Incluso nos acaban haciendo recuperar el equilibrio propio de las zonas donde los usemos, ya que la ausencia de químicos respeta más a nuestro cuerpo. Hace unos días que empecé con ello pero si quieres saber más, consulta esta entrada de ayer mismo en Eva Muerde La Manzana. Ella lleva haciéndolo mucho tiempo ¡y tiene el pelo largo!
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