Hace unos días charlaba con una amiga que me dijo que cuando preparaba la comida para ella y su novio, acababa por hacer mucha carne para él y mucha ensalada para ella. Se preguntaba por qué era así. Decía que lo hacía según como a cada uno de ellos le apetecía. Ambos estábamos de acuerdo en que suele ser frecuente que los hombres sean mayores comedores de carne que las mujeres.
Ya le dije a ella que, evolutivamente, tenía lógica. La explicación inicial es sencilla: los hombres cazaban y las mujeres recolectaban. Por ello los hombres tenían acceso más rápido a la carne y las mujeres a las frutas y verduras. Esto habría hecho que los hombres hayan evolucionado sobre una alimentación más carnívora y las mujeres, más vegetal.
Después de la conversación estuve dándole vueltas -¡por supuesto!-. Si pensamos en la composición corporal, los hombres tienen mayor masa muscular que las mujeres. Esto puede ser también debido a la proporción de macronutrientes de estos alimentos. La carne, al ser rica en proteína, favorece la creación y mantenimiento del músculo (ojo, que su consumo es una condición necesaria pero no suficiente). Lo que se come, se cría. El mayor consumo de frutas y verduras en las mujeres habría sido una útil rutina para lograr un embarazo sano y una lactancia correcta, gracias a la gran concentración de micronutrientes.
Otra de las diferencias entre hombres y mujeres, esta vez a nivel hormonal, es la testosterona. En ellos esta hormona se produce en mayor cantidad. No sólo es necesario consumir grasa para sintetizarla sino que lo opuesto también funciona. Esto es que la testosterona facilita el uso y quema de grasa. En ellas, la grasa es más importante que se almacene (una mujer con muy bajo porcentaje de grasa corporal no menstrua). Las pequeñas cantidades de azúcar podrían provocar pequeñas subidas de insulina que favorecerían, a su vez, este controlado y beneficioso almacenamiento graso.
Con esto no quiero decir que los hombres sólo hayan comido carne y las mujeres sólo verdura, sino que la balanza se inclina un poco hacia esos lados y puede que, por lo tanto, ello haya marcado ligeramente la evolución biológica de la especie.
Otra de las diferencias entre hombres y mujeres, esta vez a nivel hormonal, es la testosterona. En ellos esta hormona se produce en mayor cantidad. No sólo es necesario consumir grasa para sintetizarla sino que lo opuesto también funciona. Esto es que la testosterona facilita el uso y quema de grasa. En ellas, la grasa es más importante que se almacene (una mujer con muy bajo porcentaje de grasa corporal no menstrua). Las pequeñas cantidades de azúcar podrían provocar pequeñas subidas de insulina que favorecerían, a su vez, este controlado y beneficioso almacenamiento graso.
Con esto no quiero decir que los hombres sólo hayan comido carne y las mujeres sólo verdura, sino que la balanza se inclina un poco hacia esos lados y puede que, por lo tanto, ello haya marcado ligeramente la evolución biológica de la especie.
Los datos expuestos en esta entrada son más bien conclusiones mías. No las he leído en ningún sitio así que es posible que no sean ciertas, a pesar de que desde mi punto de vista parecen totalmente lógicas y por eso las comparto.
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