Tras haber hablado sobre las grasas, es momento de empezar a perdonar a los huevos y aclarar también algunos puntos sobre ellos. La leyenda negra que ha caído sobre ellos en los últimos años está relacionada, sobre todo, con que aportan grasa saturada. Ahora que ya sabemos que esta es nuestra amiga, podemos empezar a mirar a los huevos con otros ojos. Cambiar de punto de vista sobre algo puede ser difícil y llevar su tiempo, pero la ciencia demuestra que el consumo de este alimento puede ser un placer sano.
De un huevo nace un pollo. Esto debería hacernos pensar que la cantidad de nutrientes que aporta es elevada. Y así es. Un huevo es una sola célula (un óvulo, concretamente), aunque parezca mentira. La membrana es la cáscara y la yema es el núcleo celular. Repasa anatomía celular, del instituto, e identificarás las partes. A nivel macronutricional, la clara es básicamente proteína y la yema es tanto proteína como grasa, repleta de vitaminas liposolubles y otros micronutrientes. Esto es lo que hace que se considere la clara como "buena" y la yema como "mala" y muchos culturistas se preparan tortillas de muchas claras y pocas o ninguna yema para tener un alto aporte proteínico pero bajo en grasa. La yema es también lo que ha castigado al huevo durante tanto tiempo. Se nos ha dicho que no se deberían comer más que unos pocos por semana si queremos tener el colesterol a raya. El perfil de aminoácidos (componentes de las proteínas) del huevo es de tan buena calidad que se suele considerar la mejor fuente de proteína.
El huevo es un alimento muy versátil y se puede incluir fácilmente en cualquier comida del día y de varias maneras: desde fritos o en tortilla hasta para rebozar o hacer postres. También son la base de la pizza paleolítica y un sinfín de recetas. Al desterrarlos nos estamos perdiendo muchísimas opciones culinarias y nutricionales.
A la hora de elegirlos es importante optar por variedades orgánicas (un poco difíciles de encontrar) o al menos de gallinas criadas en libertad y/o enriquecidos en omega-3. Para enriquecerlos, la vía es alimentar a las aves con este ácido graso, de forma que su alimentación será más apropiada y estarán además más sanas. Si no puedes optar por las variedades indicadas por precio o disponibilidad, sí que es recomendable descartar las yemas de vez en cuando.
Hay una excepción al consumo de huevos: cuando existe algún tipo de alergia o reacción. Esta es una razón lógica y que forma parte de la teoría de la dieta paleolítica de promover aquellos alimentos que sean buenos para nosotros. El motivo de que exista bastante alergia al huevo hay que buscarlo en su propia naturaleza. Al igual que en el caso de los cereales, los huevos también contienen antinutrientes, aunque en menor proporción. Estos componentes existen como un medio de defensa para que los depredadores no los consuman. Afortunadamente hemos estado comiendo huevo durante muchísimas más generaciones y por ese motivo no suelen ser dañinos ya que prácticamente todos nos hemos adaptado. Si crees que te pueden sentar mal, obsérvate y escúchate. Una buena forma de comprobarlo es eliminarlos por completo durante dos semanas (mejor si son cuatro) incluso de productos que los puedan llevar "escondidos". Después prueba a comer dos o tres en una comida y comprueba que no te causen efectos secundarios.
Si no tienes alergia y te gusta este alimento, no veo problema en comer 2 o 3 unidades al día. Como siempre, dependerá de tu caso.
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