Después de los consejos sobre ahorro, toca hablar de la vida social. Aunque salgas de la caverna, el mundo fuera no tiene por qué ser un infierno.
Cuando vayas a un restaurante, mejor si puedes leer el contenido de los platos. Aunque no vendrán todos los ingredientes, puedes hacerte una idea. Mejor huir de adjetivos como "empanado" o "crujiente": suelen ser sospechosos. Si es posible, pide un menú sin gluten (para celíacos) o pregunta por las opciones que hay (eliminar cereales, cambiar el tipo de guarnición, etc.). A los camareros no nos hace mucha gracia cuando esto ocurre, pero es nuestro trabajo.
Opciones que pueden ser paleo pero no lo son, suelen incluir ensaladas (en la César, los picatostes y la crema de queso son neolíticos) y aliños con aceite de dudosa calidad. A veces es mejor no hacer demasiado caso, a no ser que estas comidas fuera sean frecuentes. En cuanto a los acompañamientos, suele ser posible modificarlos. Pregunta si puedes cambiar las patatas fritas, el puré o el arroz por ensalada. El cambio será, probablemente, por una ensalada sencilla, sin ingredientes neolíticos.
Opciones que sí pueden ser paleo y encontramos fácilmente incluyen pechugas de pollo (sin rebozar), pescado o carne a la brasa o brochetas. En la mayoría de los casos podrás ver si hay algún elemento extraño. De las salsas, mejor escapar. Si es posible pide aceite de oliva (virgen extra, por favor). Algo que te va a sorprender es que en un kebab se puede comer paleolítico. ¿Cómo? Pues primero hay que aceptar que esa carne sea sólo carne (ojos que no ven... hostia que te comes) pero si quitamos la salsa y pedimos que en lugar de en pan nos lo pongan en un plato: paleokebab. Bueno, ahora no vayas corriendo a "jartarte" de kebabs, que tampoco es plan.
La comida social no sólo tiene por qué ser en el restaurante, sino también en tu casa o en casa de un amigo. Mientras estás en tus primeros días paleolíticos a lo mejor no tienes mucha seguridad para mostrarle al mundo tus nuevos hábitos, pero es una idea genial enseñar a alguien cercano que no estás haciendo nada raro (la gente suele pensar que la paleodieta es básicamente comer carne roja). Si invitas a un amigo a comer, prepara un menú sencillo y para un gusto general. Por ejemplo, unos pimientos rellenos (de huevo, champiñón y cebolla sofritos, por ejemplo) con un pescado a la plancha. Acompaña el menú con una ensalada de lechuga, tomate, aguacate y frutas del bosque, bien regada con aceite de oliva.
Si no comes en tu casa, sino en la de otra persona, es mejor que sepa tus preferencias. Puede que te resulte violento decirlo, pero si alguien a quién invitas a comer te dice que es vegetariano, seguro que no te importaría preparar algo para esa persona. Lo mismo cuando estés del otro lado. Claro que depende del grado de confianza, el motivo de la comida, el número de comensales y otros factores. Valóralo. Si es posible, para mitigar las molestias, ofrécete a llevar algo, como una ensalada, que es fácil de transportar y no requiere una temperatura óptima. Si la otra persona duda de qué preparar, sugiérele que simplemente prepare algo de carne o pescado a la plancha, o un pollo al horno. En caso de que quiera encargarse de las verduras, pídele que no incluya maíz (es un cereal) ni guisantes (son legumbres). Con esto no habrá dudas. Y busca el punto medio. Si te van a presentar a tus futuros suegros, quizás mejor no ser demasiado específico. Quieren conocerte a ti, no a lo que ellos verán como "tus manías". Que tu alimentación sea mejor no quiere decir que los demás la vayan a aceptar de buenas a primeras. El respeto hacia los demás es tan importante como lo que haces por ti.
Finalmente, si no puedes elegir opciones paleo, simplemente déjate llevar. Los consejos aquí expuestos pueden ser un poco extremos. En cada ocasión decide qué es lo mejor. Si sueles cumplir con las normas, no pasa nada porque un día te las saltes. Relájate y disfruta. No te va a doler.
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