El Índice de Masa Corporal o IMC es una fórmula habitual para considerar a una persona como obesa o no, según la siguiente tabla:
- Menos de 16, infrapeso
- 18,5 a 25, normal
- Mayor de 30, obesidad
Entre los rangos dados se encuentran el de "delgadez" y el de "sobrepeso".
Para calcularlo simplemente hay que dividir nuestro peso en kilos por nuestra altura en metros al cuadrado (que no es lo mismo que metros cuadrados): IMC=kg/m/m. La sencillez de esta fórmula es la que le ha dado su utilidad médica y haberse convertido en la referencia que utiliza la OMS.
No debemos confundirlo con el Índice de Grasa Corporal, que es la proporción de grasa que existe en el cuerpo con respecto al peso del resto de tejidos. Precisamente esto es lo que han comprobado en la Clínica Universidad de Navarra. Según este estudio, un tercio de las personas consideradas "delgadas" según el IMC, son, en realidad, obesas. Esto quiere decir que la cantidad de grasa en su cuerpo es mayor de lo que debería pero probablemente tengan apariencia de ser personas delgadas. Un individuo con un porcentaje de grasa muy elevado no está sano. La composición corporal es más importante que el peso o la talla de la ropa. Esta discordancia suele darse en personas sedentarias y con una alimentación deficiente. En muchos casos la grasa aparece acumulada entre los órganos viscerales, impidiendo su correcto funcionamiento. Otro problema es que cuando esto ocurre es muy probable que el sujeto tenga una cantidad de músculo muy baja, con los problemas que ello puede ocasionar.
El caso contrario del IMC ocurre para personas con un alto porcentaje de músculo que pueden tener un IMC superior al normal y estar, incluso, definidos. La diferencia es que en esta ocasión suele ser más evidente dónde falla la fórmula.
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